Niddo es un restaurante acogedor incrustado en medio de la Ciudad de México. No hace mucho tiempo abrió sus puertas y lo visitan muchas personas que parecen haberle agarrado cariño. Y no es para menos, su atmósfera y diseño hacen sentir –sin exagerar– como en casa, y la comida es muy buena. Tienen desayunos, brunch y “soul food”, como ellos le llaman, y puedes comer allí o pedir para llevar. También tienen una línea de productos aromáticos exquisitos que crearon especialmente para el lugar.
El concepto de Niddo viene de las mentes de Karen Drijanski, su hijo Eduardo Plaschinski y Mauricio Reyes Retana, a quien Karen y Eduardo describen como uno más de la familia. Los tres, por medio de platillos sencillos como el grilled-cheese sándwich (que dicen que es uno de los mejores de la ciudad), el breakfast sándwich o el cassoulet (un platillo del sur de Francia que incluye alubias, frijoles y algún guiso animal) comparten un vínculo que crearon con la cocina a lo largo de su vida y sus viajes. De hecho, el menú entero está inspirado en viajes que hicieron por el mundo planeados alrededor de las distintas cocinas locales.
Desde su modesta pero especial ubicación en la esquina de Oxford y Dresde, hasta la curaduría del espacio a manos de Regina Galvanduque y Andrés Mier y Terán, Niddo es una experiencia completa. El café es de Chiapas, delicioso, y también hay para llevar; cada una de las bolsas lleva el nombre de la persona que seleccionó los granos especialmente para vender en Niddo. El pan, por su lado, lo preparan en casa con recetas propias y algunas provenientes de diferentes partes del mundo (brioche, babka, scones y roles).
El hecho de que la cocina de Niddo está abierta y unida al comedor genera un vínculo de confianza y familiaridad entre el cliente y el cocinero –La misma persona que prepara la comida la lleva hasta la mesa y así no hay ingrediente ni proceso que pase desapercibido.
De acuerdo con Karen, al combinar estos aspectos de cocina abierta, buena atmósfera y diseño, Niddo adquiere su carácter familiar y cumple su función principal: servir buen café, comida rica y sin pretensiones que aluda a los viajes que hicieron antes de abrir el establecimiento.
Quizás lo más especial de Niddo sea la línea de productos que Karen y Eduardo crearon para el restaurante. Niddo Contigo incluye velas, jabones y cremas con una esencia exclusiva que mandaron a hacer y que llamaron Petrel en honor a un ave que regresa a su nido guiado por el aroma. Además tienen a la venta tazas de cerámica.
Con todo esto, ya sea por la mañana con un café chiapaneco, un cassoulet o un pan dulce o por la tarde con un grilled cheese o unos fish cakes, Niddo le recuerda a cada uno de sus visitantes por qué la comida debe ser un momento para apapacharse. En pocas palabras, un espacio para regresar a casa.
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