Las marquesitas son una delicia yucateca que carece de lógica y desde que se inventó ha sido un éxito. Se compone de masa de barquillo hecha rollo, rellena de queso holandés y mermelada, chocolate, crema de avellanas o jamón. Entre las calles de San Juan de Aragón, en el norte de la ciudad, hay en una esquina un pequeño local llamado Helados y Marquesitas Coyoacán 1900 dónde, tal como el nombre lo dice, uno encuentra delicias hechas en barquillo, el cuál, por cierto, se prepara al momento.
Lo que el nombre no cuenta son los pequeños secretos del lugar, en el que los diferentes tipos de helados son receta de la casa como la nieve de tequila o el helado de mazapán. El espacio es pequeño: apenas dos banquitas largas afuera para disfrutar el verano, aunque el verdadero éxito radica en las marquesitas, pequeña delicia originaria de Yucatán, tan popular allá como los puestos de tamales en esta ciudad.
Aunque existen múltiples anécdotas que narran la creación de la marquesita, existen dos que son las más populares. La primera cuenta que en 1945 un heladero llamado Don Leopoldo Mena inventó la marquesita cuando decidió rellenar el cono de uno de sus helados con queso, que eventualmente cambió al queso de bola que contrarrestaba mejor el dulzor del cono y combinaba muy bien con el sabor de las mermeladas y los chocolates. La segunda narra una historia muy parecida pero le adjudica el crédito a Helados Polito. Sea como sea, el origen del platillo palidece un poco en comparación al producto en sí, el más popular de este pequeño establecimiento.
Las marquesitas son protagonistas de los postres de las calles de Yucatán y también en la ciudad van ganando adeptos, pues la buena comida es secreto a voces y nunca se queda en un solo lugar. El sabor, maravilla de lo dulce y lo salado recuerda lo extraordinario del ingenio mexicano.
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