Usted no puede morir sin probar un café con leche y una torta de milanesa del Café Gabi’s. Rafael A. escribió esto en la sección de comentarios de la cafetería en Foursquare; es del 2015 pero los siguientes o anteriores sólo replican el mismo espíritu. Una fachada color salmón en la esquina de Liverpool y Nápoles es un secreto a voces, y en la colonia Juárez es institución. A veces hay escritores, a veces gitanas que leen la mano o Damián Alcázar, que va seguido y hasta aparece en una foto colgada en la pared. Casi siempre el Gabi’s está lleno de parroquianos de la colonia, con sus periódicos del día o sus libros y revistas. Las paredes son una combinación de prensas francesas e italianas, una colección de molinos manuales de café, caricaturas y recortes de periódico. Pedro Sol dejó ahí dibujos que encontró intactos al volver muchos años después, entre el olor a café tostado.
En 1967 la cafetería Gabi’s abrió por primera vez sus puertas en la Plaza Washington en la colonia Juárez, lo que podría explicar que muchos de los parroquianos fueran los gitanos que deambulan en los alrededores de la plaza, que llegaban con todo y maletas y siguen llegando en las mañanas al local, que ahora está entre Liverpool y Nápoles. En la primera cafetería las sillas eran plegables y ligeras, pero no resultaron la mejor opción para el flujo cada vez más constante de personas. Entonces el fundador mismo –Gabriel Guevara (Gabis)– cambió las sillas por un modelo de su invención.
El diseño es un armazón de tubos doblados en las patas, un asiento de tablas de madera de pino y el emblemático óvalo de herrería en forma garigoleos del respaldo. Al principio en el local de Plaza Washington la silla era plegable, cuando a finales de 1970 Gabi’s se movió de lugar se mandaron a hacer nuevas sillas siguiendo el modelo de Gabriel Guevara, pero esta vez fijas; así nació este mueble emblema de la cafetería.
En Gabi’s no hay Wi-Fi, no hay pago con tarjeta, no hay comensal al que le importe. Hay que entrar saludando a “las Gabis”, las hermanas que llevan el lugar y que están muchas veces detrás de la barra. Se pide café todo el tiempo en espresso, cortado, en capuccino, café con leche o el especial, que lleva leche condesada y miel. Cualquiera queda con los chilaquiles con huevo estrellado, las tortas de milanesa o un bolillo planchado. Para el postre el panqué de queso.
El tiempo ahí ni se detine, ni avanza, ni importa realmente. Los hay que van desde hace 20 años, los hay que se hospedan en Reforma y llegaron ayer por primera vez. Los que caminan lo encuentran fácil porque no está escondido; al Gabi’s puede ir cualquiera al que le guste el buen café, los lugares sencillos, las tortas de milanesa y las sillas cómodas que te invitan a esperar por horas.
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