Me dijeron que en Café Arixi hacen el mejor martini de México, así que, por supuesto, tenía que ir a probarlo. La coctelería en esta ciudad es cosa seria, y si alguien pone la vara tan alta, hay que comprobarlo.
Arixi—o Ariyi, como se pronuncia— es un restaurante de cocina italiana en la Roma Norte que nació del encuentro entre Maura Lawrence Milia, Alex Lawrence Milia y Walter Meyenberg. Si esos nombres no te dicen mucho, basta con saber que Alex es uno de los mixólogos más reconocidos del mundo y que Maura pasó diez años en The Connaught de Londres. Básicamente, aquí se toman los cócteles muy en serio.


La barra es la entrada al restaurante y al mundo de Maura y Alex, ambos líderes laureados de la mixología internacional, así que ahí me instalé, porque tengo la teoría que es siempre el mejor lugar para entender un espacio, y pedí lo que había venido a buscar: el Arixi Martini. Ginebra, destilado de laurel, chile, perejil y un toque de aceite de hongos. Frío, cristalino, elegante. El primer sorbo confirmó lo que me habían dicho: balance perfecto, textura sedosa, intensidad justa. Podría intentar describirlo más, pero la verdad es que hay que venir a probarlo.


Mientras lo disfrutaba, llegaron los platos para compartir: carpaccio de sandía, con un ahumado sutil que lo hace casi irreconocible; papas perfectas; croquetas de papa crujientes por fuera, cremosas por dentro; y una ensalada de tubérculos que, contra todo pronóstico, se robó la noche.
A mitad de la cena, me levanté al baño y, cuando volví, mi martini estaba exactamente igual que cuando lo dejé. Resulta que aquí, si sales un momento, los meseros lo guardan en frío para que no pierda su temperatura ideal. Es un detalle minúsculo pero que dice mucho: en Café Arixi, la perfección no es negociable.


El menú de Arixi es corto pero sin errores. La nostalgia por Cerdeña —de donde es originaria Maura— está en la carta, pero reinterpretada con ingredientes locales. Aquí no hay exageraciones, ni cocteles sobrecargados, ni un intento forzado de sorprender. Solo precisión, técnica y el mejor martini que he probado en mi vida.
Zacatecas 87, Roma Norte