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Pensar en una lonchería es, casi siempre, dirigirse al pasado. A “esas épocas” que nadie sabe realmente cuándo fueron pero están atrás y lejos. Las pocas loncherías auténticas que quedan son pequeñas cápsulas de tiempo en la ciudad, donde uno entra y siente que nada ha cambiado, ni el sazón ni la atmósfera. Hasta el personal, muchas veces, es el mismo desde que el local inició. Así es la lonchería La Rambla.
En un lugar tan agitado como el centro, uno siempre agradece encontrar espacios de tranquilidad, La Rambla es ese sitio en el que uno puede sentarse a comer y disfrutar de un ambiente sereno en uno de sus gabinetes rojos. La decoración no finge ser vieja; lo es. La Rambla lleva más de noventa años y son pocas cosas las que han cambiado del mobiliario. Por ejemplo, aún conservan el teléfono de monedas que utilizaban los clientes.
La especialidad de la casa es el bacalao y, a diferencia de otros restaurantes, aquí lo encuentras en cualquier temporada. La torta de pavo con queso es la favorita de la casa, mientras que la de lomo adobado es una pieza que cruje y se deshace en la lengua. Las porciones no son muy grandes y de lo buenas que están uno siempre querrá pedir más. Los precios también son algo a resaltar pues en relación con el sabor se queda corto.
Si lo que uno busca es un lugar en el Centro Histórico fuera de las multitudes a buen precio y con excelente comida, este es el lugar. Además es de los pocos espacios en los que aún se puede ver parejas compartiendo un refresco con dos popotes.
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Horario: lunes a sábado de 9 a 21 horas, domingo de 11 a 19
Zona 1: El primer cuadro
Sitio: Comida popular
Dirección: Motolinía 38, Centro
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