En la Santa María la Ribera, hace siete años, Andrea comenzaba una venta de chilaquiles callejeros. Al principio anunciaba tímidamente sus chilaquiles, hasta que el barrio y sus calles con nombres de árbol le dieron confianza. Entonces el anuncio era a voz en cuello. Ahora ya no vende por las calles pues los chilaquiles tienen su local pequeñito en Cedro 158.
Hay verdes de chile de árbol, rojos de huajillo y los estrella, de salsa colorada de habanero. Pueden ir con huevo, pollo o bistec; hay café de olla, humeante y delicioso; agua de horchata y refrescos. El lugar tiene tres mesas con sus cuatro sillas y la estufa con las enormes ollas para las salsas. Sencillo y bien arreglado, con gusto a lo familiar, como la casa bonita de un conocido.
Hace cuatro meses abrió Las únicas de Santa María, que todavía no tiene el letrero con el nombre en la entrada. En lugar de eso uno florido anuncia “chilaquilería” y nada más apropiado; es todo lo que se vende. Andrea, la dueña, siempre cocinó muy bien; cuando se cansó de trabajar en hoteles se le ocurrió lo de los chilaquiles. Primero en una mesa improvisada frente a su casa, luego por las calles de la Santa María. Siete años repartió chilaquiles y así es que la conocen todos, aunque siempre quiso tener un restaurante.
Como muchos en la Santa María, Andrea no ve con buenos ojos que se pierda un barrio de gente que se conoce y se ayuda. Por eso todo lo que sirve en su restaurante es de proveedores de la Santa María: las tortillas son hechas a mano de una tortillería a unos metros; el café es de un conocido que tiene cerca su cafetería; la verdura llega del mercado de La Dalia, a unas calles. Todo viene de ahí, todo se queda ahí también.
Entre los que por años compraron sus chilaquiles no muchos pueden visitar el nuevo restaurante; trabajan en construcciones, tiendas o escuelas y les venía muy bien que Andrea los visitara. Pero hay clientes nuevos, que llegan caminando, se asoman y leen el menú escrito en tiza al fondo: chilaquiles verdes, rojos y de habanero, $55 con pollo o huevo, $65 con bistec. También hay servicio a domicilio.
Sobra decir que los chilaquiles son verdaderamente buenos: tres salsas, tortilla frita, queso, crema y un bolillo; aunque también los pueden servir en concha. Las únicas de la Santa María son chilaquiles afortunados por deliciosos, y por generosos con el circuito local, para entre los que habitan cuidarse y prosperar.
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