Los caldos de Don Chucho en la colonia Nativitas son una especialidad. Pero más que una fonda, Caldos Don Chucho es un lugar de encuentro. Aquí viene la gente que lleva toda la vida en la colonia Nativitas a degustar el caldo de siempre. Apapachador, satisfactorio.
El local no se molesta en hacerse notar. Tiene solamente una modesta fachada con un toldo patrocinado por Corona que reza el nombre del lugar. Cuando uno pasa junto a Don Chucho es fácil perderlo de vista o confundirlo con la cocina de algún vecino. Pero el olor que emana lo hace a uno voltear.
La experiencia de los caldos de gallina puede vivirse de mañana (de 7 a 12) o de tarde (de 5 a 8), pero este último es más especial. Uno entra y se siente tal cual como el zaguán de un lugareño, y así es como un buen caldo de pollo nos debe hacer sentir.
Entre los muros verdes y las mesas de Coca-Cola se crea un pequeño ambiente acogedor. Sirven caldo bien caliente de pollo y de gallina, en todas sus variantes: pechuga o muslo, con o sin patas. Aquí no hay platillo estrella, solo todas las formas en que se pueda caldear un pollo.
Durante el horario nocturno hay un enervante silencio en su interior, no suena música y tal parece que los comensales prefieren atender a sus platos que hablar. La intensa luz blanca que cuelga del techo produce una atmósfera estática, como si no pasara el tiempo allí, como si nada hubiera cambiado desde que abrió. Caldos de pollo Don Chucho es un reconfortante refugio para propios y extraños. Los caldos son singularmente ricos.
Cada caldo cuesta $35 pesos.
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