La cultura tiki nació en California en los años 30, cuando un señor apodado Donn Beach abrió un bar temático sobre Polinesia en Hollywood. Después de haber explorado el sur del Pacífico hasta sus entrañas, “el papá de la cultura tiki” dibujó en una servilleta el boceto de lo que sería este espacio; una mezcla de lo que recordaba y le había maravillado de aquellas tierras exóticas. Un año después del fin de la ley seca, en 1934, Don the Beachcomber abrió sus puertas y con ello la cultura tiki hizo erupción: muy pronto, esta moda se propagó por todo Estados Unidos y el mundo. Casi un siglo después, Waikiki Tiki Room llegó a la Roma, inspirado en todo aquello, como una escenografía deliciosa y bien cuidada donde uno se aísla de la realidad por un ratito, la imaginación fluye y en el aire se siente algo muy seductor.

“If you can’t get to Paradise, i’ll bring it to you” decía Donn…

Decoración tiki 

Como el típico tiki bar, Waikiki tiene mucho de barco. Y como todo lo tropical, un aire feliz y melancólico. Cada elemento allí dispuesto es un homenaje a esta cultura, pero también una clara reinterpretación de ella: del techo, todo cubierto de petate mexicano, cuelgan boyas de colores, lámparas de carrizo y máscaras que podrían parecer maoris o hawaiianas, pero que crearon artesanos en Oaxaca y Tequisquiapan. La luz es rojiza y suave, la música playera y la decoración deliberadamente artificial (como dicta un bar de este tipo y por lo que quizás nos hacen sentir tan de viaje).

Cocteles tiki 

El trago insignia de Don the Beachcomber era el Zombie y el que hacen en Waikiki Tiki merece mención especial. Aquí lo preparan con una mezcla de rones de Jamaica, Barbados y Oaxaca, toronja, jugo de limón y jarabe de almendras. Encima del vaso, que es un típico tiki mug, ponen una jicarita llena de ron over-proof (68 grados de alcohol) que prenden con fuego para que el comensal lo tome calientito y de un solo trago. Dice la leyenda que este ron era tan fuerte que llevó a la perdición a varios marineros británicos. Entre los tragos clásicos también está el Mai Tai, el Daiquiri o el Fog Cutter, casi todos con ron. Por otro lado están los tragos “signature”; recetas exclusivas del bar que crearon bartenders de aquí, Nueva York y Los Ángeles.

También crearon el menú de comida con cuidado. Este corrió a cargo de Tomás Bermúdez, el chef de la Docena, y los platillos son el encuentro de los sabores tropicales de todo el mundo.

Hay algo extremadamente conquistador en los bares tiki. La nostalgia (acaso inventada) de tierras cálidas y lejanas está siempre a flor de piel… Basta recordar el Mauna Loa tiki bar que estuvo en la Zona Rosa y luego al sur de la ciudad; con ríos y puentes y shows en vivo, cuya época de gloria fueron los 80 y que muchos capitalinos recordamos con cariño (por ser una suerte de Disney para niños y adultos). Ahora que llega Waikiki Tiki Room a la Roma, recomendamos mucho ir a evocar el hedonismo tropical, la piel húmeda y los días calurosos; la irreverencia del explorador, los bares de puerto y el encanto de Hollywood de los años 50…

 

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