¿Cómo empezaste a construir audiomochilas?
Hace 11 años, en el metro. Las mochilas fueron un boom en su momento. Se oían muy bonito y yo fui una de las personas que empezaron ese movimiento. La visión la tuve a través de los invidentes, porque vi que llevaban una mochilita enfrente con un amplificador. Pensé en perfeccionarlo. Y empecé a elaborar y ya hice unas mochilas grandes, extremadamente escandalosas, ya casi para sonidero. Cuando iba con mis ruideros, con mis compactos, a la gente le gustaba, se vendía mucho. Pero ya no, todo eso bajó mucho, porque ahora entró otra tecnología.
¿Y el audiomóvil?
Hace cinco años empecé este proyecto que yo no tenía en mente. Fue la propia necesidad la que me hizo que pensara en esto. Fue un mes de septiembre. Ese día estaba yo trabajando en el metro, vendiendo música para las fiestas patrias, y hubo un operativo contra la piratería. Yo necesitaba dinero para unos medicamentos, para mi esposa. Así que me bajé en metro Zócalo y le dije a Dios: “Ahora ayúdame, a ver qué hago ahora”. Le pedí mucho a Dios que me diera una idea, porque necesitaba dinero. Y como llevaba mi mochila y llevaba mercancía, que me pongo a vender en la mera plaza del Zócalo. Porque tampoco dejaban vender allí, pero mi necesidad era tan grande que me arriesgué. Ese día llevaba como 80 compactos, enseguida los vendí. “De aquí soy”, dije. Y al otro día junté dos mochilas en un carrito del mandado de mi esposa y me fui a vender allí otra vez. Y de ahí empezó la historia de hacer estos audios. La pila me duraba muy poco y empecé a evolucionar mis audios, a hacer mis propias creatividades, mis planos…
Se puede decir que eres un ingeniero de sonido, que te hiciste ingeniero con la práctica.
Sí, con la práctica, porque yo no estudié. Mi interés por esto se basa en esperanzas propias, en la necesidad principalmente y en la creatividad.
Te da placer hacer esto, ¿verdad?
Ah, claro, me encanta. Yo en estos audios me he llevado hasta noches sin dormir por perfeccionarlos. Me tardo una semana en armar uno. Poco a poco tienes que amacizarlo completamente para que no quede flojo y luego haces pruebas con sonidos, con aparatos que me dan tonos diferentes: meter ecualizadores, epicentros, cualificadores; lleva mucho aparato para tener un sonido estéreo, porque no es sólo que se oiga, yo trato de que se oiga bonito, que sea una atracción. Primero, busco que tenga potencia, pero también que tenga una presentación, que sea estético, me encanta que lo que es reciclado se vea como nuevo. Es todo para mí este trabajo, yo ya no puedo parar.
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