Hay quien dice que la luna más hermosa es la que se aprecia en las noches de octubre. Sin embargo, en medio del silencio del primero de enero de 2018, hacia las 18:30 horas, empezó a asomarse una luna llena, tranquila y clara, que bien podría ser la más especial del año aun si sólo por el momentum que le otorgó a la ciudad.
La calma que recorría las calles de nuestra querida capital sin (tanta) contaminación otorgó una nitidez asombrosa a este satélite natural tan nuestro.
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Con este homenaje que nos reveló la noche despedimos un año cimbrado por todo tipo de acontecimientos, temeroso por la posesión del nuevo presidente de Estados Unidos, sacudido por dos sismos, interceptado por dos eclipses y agujerado por cientos de socavones, pero también unido por los puños en alto de la sociedad mexicana que se solidarizó como nunca antes para ayudar a su gente.
Con esta luna reluciente comenzó el 2018.