Mucho hemos hablamos de cuidar plantas como resistencia mínima al tedio y la negligencia. Las plantas más sencillas le sobreviven hasta al más descuidado, con un poco de agua y un poco de luz; para llenarse de ellas fácilmente están el Palacio de la Flor en Xochimilco o este modelo sencillo y amable para construir un huerto urbano. También, para los que disfrutan ver todo crecer desde su expresión más ínfima, están las semillas. En la ciudad, las semillas tienen su propio palacio a resguardo del tiempo. Uno que les sobrevive desde hace más de un siglo en el centro de la ciudad: El Semillero.
El Semillero existe desde 1910, y es la historia de un ingeniero agrícola italiano que llegó al norte del país ese mismo año con un contrato para colaborar en la muy joven industria del vino. Bartolomé Trucco Ardissone llegó al momento justo en que estalló la Revolución. Forzado a dejar el norte, y su contrato vinícola, vino a la capital y poco tiempo después fundó El Semillero S.A., con la ayuda de otros inmigrantes italianos.
En principio el local estaba en el callejón de la Condesa, frente al Banco de México. Después mudaron a las semillas a 5 de mayo #10, donde en sus cajas, cajitas y cajones, permanecen hasta ahora. El Semillero ha cambiado poco desde entonces. Los cajones de madera que resguardan las semillas tienen pinta de ser los mismos desde hace un siglo.
Las semillas que puedes encontrar
Las estanterías que llegan al techo conservan semillas de melón, sandía, tomillo, chiles jalapeños o romero. Hay alcachofas, espárragos y flores, como dalias o gardenias. También semillas de pino para reforestar, y a granel, todo está en venta por kilo o libra. Media libra de alcachofa cuesta $926 pesos, y la media libra de espárrago está en $815. Estos son casos excepcionales, pues por lo regular las semillas son muy baratas. Un sobre de tomates cuesta $17 pesos y puede almacenar más de 300 semillas dentro.
El catálogo es inmenso, todo de especies comunes y variedades mexicanas. Además, están los abonos, fertilizantes, los insecticidas y los materiales para la siembra. Todo lo necesario para iniciar desde un pequeño huerto, hasta una producción de hectáreas para cultivo. A esa variedad de necesidades corresponden los clientes: hay de todo. Van por semillas, materiales, consejos o alguno de los muchos libros.
Durante algún tiempo, El Semillero los editaba bajo el nombre de Ediciones Trucco. Desde algunos de siembra vinícola, hasta ganado porcino, caprino, apícola, jardinería, cerámica e incluso náhuatl. En gran medida, esos libros (y su fama del único lugar de venta de semillas) les dieron renombre. La editorial ya no existe, pero el lugar conserva su gusto por la literatura de lo verde. Uno todavía encuentra manuales para huertos y detalladas explicaciones de la mejor manera de combatir las plagas.
Lo más singular del número de 10 de la calle 5 de mayo es en parte, su resistencia impasible y casi milagrosa al paso del tiempo. No tienen redes sociales y para contactarlos hay que llamar por teléfono o ir. El catálogo permanece impreso en cientos de hojas en una carpeta y el trato es directo, de a uno.
Los encargados aconsejan sobre las hortalizas para los impacientes (el rábano y las espinacas) o sugieren el modo de siembra (si la semilla es pequeña, no la siembres muy profunda). Si lo que buscas es buena semilla y consejos gratis, ve a El Semillero. Pequeño, útil, imperturbable y justo a la mitad del Centro Histórico.
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