El universo de los textiles está lleno de palabras dulces: urdimbre y pericón; madejas, fibras, hilos, trama. Púrpura y añil — hablar de textiles es iniciar una conversación melodiosa. Chuen es un estudio de diseño mexicano que lleva la conversación de los hilos a escenarios más profundos, donde además de palabras suaves hay procesos honestos y materiales especiales: trabajan con algodón orgánico, seda cultivada e hilada a mano y tintes naturales. Sus piezas son regalos generosos para la vista, el tacto y el oído.
Chuen inició hace 7 años como un estudio de diseño, arte y literatura, alrededor de las tradiciones mexicanas reinterpretadas en lo contemporáneo. Hace dos años, Cristina Pérez-Reyes –creadora del proyecto– decidió incursionar también en la parte textil. Y la tienda que tienen en Coyoacán se llenó de delicados rebozos, foulares, huipiles y otras maravillas.
Cristina trabaja con tres: seda, algodón y lana. Seda de Oaxaca, hilada y cultivada a mano en San Pedro Cajonos; algodón orgánico de la costa chica de Oaxaca (y algodón Coyuche); lana de la sierra de Querétaro. También hay una carpeta hermosa de pantones de tintes naturales entre los cuales elegir y un muestrario de texturas.
Una vez que reciben los hilos de los artesanos, en Chuen se encargan del proceso de teñido colaborando con tintoreras como Rocío Blanche, que trabaja con añil, grana cochinilla, caracol púrpura, orégano, pericón, col morada o hueso de aguacate. Luego viene el desarrollo del tejido. De principio a fin, para que una pieza esté lista pueden intervenir alrededor de 20 personas trabajando entre 40 y 50 horas. Sin contar todo el proceso de cultivo e hilado.
Cada pieza es única pues sigue el curso caprichoso de la naturaleza de los materiales; las cosechas cambian y los tintes son maravillosamente imperfectos. Variables. Además están los diseños que nunca se repiten.
Todo el trabajo de tejido sucede en el estudio de Chuen en Coyoacán, que es a un tiempo lugar de exhibición y taller de producción. Al frente están las piezas y atrás, bien a la vista, los telares en actividad constante. Con Cristina colaboran “artesanas urbanas”, como ella les llama, egresadas del Edinba o la Ibero; también una artesana totonaca que hace las delicadas uniones entre telas, las tintoreras y los artesanos de Oaxaca y Querétaro que cultivan e hilan.
Las piezas del taller son especiales a primera vista. Vienen de tradiciones milenarias y minuciosas, pero tienen toda la personalidad contemporánea de Chuen. El estudio (tanto en la parte de indumentaria como de objetos de diseño) busca promover la cultura y el diseño socialmente responsable.
También están abiertos a colaboraciones, para que cada quién pueda decidir entre los materiales, colores y texturas de su pieza. Con todo, para cualquier amante de las conversaciones melodiosas del universo de los textiles, Chuen es una gran visita.
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