Mixcoac es un barrio donde las historias de la ciudad se entrelazan con una esencia tranquila que parece resistir el ritmo frenético de la CDMX. En esta guía, exploramos algunos de los rincones que, considero, hacen especial a esta colonia, desde su herencia cultural hasta sus sabores más representativos.
Es un lugar donde Octavio Paz encontró inspiración en su infancia y donde las tortas y guisados de locales tradicionales como El Capricho y Zacazonapan te recuerdan el placer de lo simple.
Tortas El Capricho
Este pequeño pero emblemático local, ubicado en Augusto Rodin 407, se especializa en tortas que combinan tradición y generosidad. Aquí no hay pretensiones, solo sabores bien cuidados que te devuelven a la esencia de las loncherías mexicanas.
La carta ofrece desde tortas de guisado hasta opciones de carnes jugosas, siempre con el pan perfecto, ingredientes frescos y esas salsas caseras que elevan cualquier comida al siguiente nivel. Este es un espacio ideal para los que saben que una buena torta puede ser mucho más que “comida rápida”: es un ritual cotidiano que abraza y reconforta.
Este lugar tiene esa energía de barrio que tanto gusta: gente entrando y saliendo, sabores que llenan el aire y una vibra auténtica que te hace querer regresar. ¿Lo mejor? Están abiertos incluso los domingos, para cuando la cruda solo se cura con una de estas maravillas.
Zacazonapan
Este es uno de esos lugares que conserva la esencia de las fondas tradicionales: comida casera, sazón honesto y porciones generosas. Ubicado en un local que parece haberse detenido en el tiempo, este restaurante es el lugar ideal para quienes buscan reconectar con el sabor de un buen platillo mexicano sin pretensiones.
Aquí, la estrella del menú son los guisados. Cada plato es un homenaje a la cocina del hogar, con sabores que te transportan a las comidas de domingo en familia. El mole, los chiles rellenos y los guisos en cazuela siempre son una apuesta segura. Pero más allá de la comida, Zacazonapan tiene ese aire de tradición que pocas veces encuentras en una ciudad que se mueve tan rápido.
Si planeas ir en fin de semana, te recomiendo llegar temprano porque siempre es muy concurrido.
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Plaza Gomez Farías
Conocida también como la Plazuela de San Juan en épocas pasadas, está rodeada de arquitectura histórica y calles arboladas que invitan a pasear. Su atmósfera tranquila contrasta con el caos de la ciudad, haciendo de este lugar un refugio perfecto para quienes buscan un respiro del ritmo acelerado de la vida moderna.
Me gusta esta plaza porque te hace sentir como en el centro de un pueblito, con la gran iglesia, el carrito de pan de pueblo, las ferias que cierran la calle cuando hay días feriados y la hermosa arquitectura de los edificios que la rodean: El instituto Mora, el convento y la ex casa de Irineo Paz.
Una plaza tan emblemática que aparece en las memorias de Octavio Paz, donde describe este espacio como parte fundamental de su infancia y juventud, una conexión que resalta la importancia histórica y cultural de la zona.
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Antigua Casa de Irineo Paz
Este espacio, además de ser el hogar familiar donde creció Octavio Paz, es también un testimonio de una época en que Mixcoac era un tranquilo barrio semirural lleno de huertas y calles empedradas.
Irineo Paz, abuelo de Octavio, fue un periodista, editor, político y escritor que marcó significativamente el ambiente intelectual en el que creció el autor de El Laberinto de la Soledad. En esta casa, Octavio Paz pasó gran parte de su infancia, rodeado de libros, discusiones literarias y una atmósfera que moldeó su curiosidad y pensamiento crítico. La casa estaba estratégicamente ubicada frente al actual Parque Hundido, conocido en aquella época como las huertas de Mixcoac, y su entorno natural también influyó en la sensibilidad poética del joven Paz.
La casa, aunque ha sufrido el desgaste del tiempo y varias transformaciones, es un recordatorio de los orígenes de una de las figuras más importantes de la cultura mexicana. Se ha hablado de convertir este lugar en un espacio cultural que celebre tanto la memoria de Irineo Paz como la de Octavio, un esfuerzo que busca preservar su legado y abrirlo al público para la reflexión y el aprendizaje.
Mixcoac, y específicamente esta casa, aparecen en varios de sus escritos como un símbolo de su infancia y un punto de partida para sus exploraciones filosóficas y literarias.
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Biblioteca Ernesto de la Torre Villar
Inaugurada con el propósito de ofrecer un lugar de estudio e investigación accesible, la biblioteca alberga una impresionante colección que incluye libros, manuscritos y documentos enfocados en historia, literatura, filosofía y ciencias sociales. Muchas de estas obras reflejan el interés del propio De la Torre Villar por temas como la Independencia de México, la Revolución Mexicana y el papel de la educación en la construcción de la nación. Su acervo es un verdadero tesoro para académicos, estudiantes y curiosos de la historia.
Más allá de ser un espacio de consulta, la Biblioteca Ernesto de la Torre Villar es un lugar para reflexionar sobre el pasado y comprender el presente. Desde talleres y conferencias hasta exposiciones temporales, el recinto busca fomentar el diálogo cultural y enriquecer la vida intelectual de sus visitantes.
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Librería el Vuelo de la Serpiente
El Vuelo de la Serpiente ofrece una experiencia distinta a la de las librerías convencionales. Entre sus estanterías puedes encontrar desde ediciones originales de grandes clásicos mexicanos e internacionales hasta libros firmados, volúmenes con encuadernaciones exquisitas y textos que resultan imposibles de hallar en cualquier otra parte. Este es un lugar donde cada libro tiene una historia, y cada compra se convierte en una experiencia de descubrimiento.
Los Chiquihuites de Cipriana
Es una tienda reúne lo mejor de los productos criollos oaxaqueños, ofreciendo un abanico que va desde artesanías de barro negro y textiles elaborados a mano, hasta una selección de alimentos auténticos que evocan los sabores y tradiciones de la región.
Lo que hace especial a Los Chiquihuites de Cipriana no es solo la calidad de sus productos, sino también la dedicación por mantener vivas las raíces culturales. Los textiles, con sus bordados y colores vibrantes, son testimonio del trabajo artesanal de comunidades oaxaqueñas. Las piezas de barro, cuidadosamente moldeadas, capturan la esencia de una tradición que ha perdurado por generaciones.
Entre sus estantes puedes encontrar ingredientes esenciales de la cocina oaxaqueña, desde moles y chocolates, hasta hierbas aromáticas. Pero el verdadero tesoro es su conexión semanal con Oaxaca: cada semana llegan tamales frescos, traídos directamente desde las manos expertas de cocineras oaxaqueñas. Estos tamales, con sabores que van desde el clásico de mole negro hasta opciones más inusuales, son un imperdible para quienes buscan probar un pedazo auténtico de Oaxaca sin salir de la ciudad.
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Modesto, Cocina contemporánea
Este es el restaurante perfecto de la colonia si quieres comida rica y reconfortante. Es conocido por su cocina casera con raíces mexicanas, perfecto si lo que buscas son unos clásicos chilaquiles, enchiladas, chalupitas, cochinita pibil y más. Con su ambiente acogedor, mesas al aire libre y una atención que te hace sentir como en casa, Modesto Paniagua se ha ganado un lugar especial entre quienes buscan una experiencia gastronómica íntima y auténtica en una colonia donde no hay tantas opciones gastronómicas.