Si uno camina por Mérida –casi antes de cruzar Avenida Chapultepec– inevitablemente verá la vitrina de Viriathus. Nunca es la misma: a veces tiene libros sobre un escritorio y otras globos terráqueos o esqueletos disecados de animales… El acomodo cambia todo el tiempo, pero detrás del cristal siempre habrá un repertorio peculiar de antigüedades.
Viriathus es una tienda de antigüedades en la colonia Roma que pertenece a dos hermanos, Viriato y Ernesto. Ninguno es el anticuario tradicional y los objetos que coleccionan son la prueba de ello. Dentro –una casa de grandes ventanas y techos altísimos con más de 100 años– nada está atiborrado con el sentimiento de bodega, uno muy común en los lugares de antigüedades. Cada cosa tiene su lugar.
Viriato es el encargado de acomodar las habitaciones como si se tratara de la casa de alguien con gusto exquisito por las curiosidades; cada cuarto es diferente. Por su parte, Ernesto está al frente de la selección de todo lo que está en la tienda; antes de abrir Viriathus ya coleccionaba antigüedades y siempre ha tenido gusto por los objetos con buenas historias.
Los favoritos de los dueños no son necesariamente los más finos en hechura o nombre, y a diferencia de otros sitios del mismo giro, en Viriathus buscan cosas que fueron utilitarias y funcionales (no de lujo o decoración) pero que son piezas hermosas. Reciclan lámparas, globos terráqueos, cámaras fotográficas o pequeños frascos de farmacias… tienen secreters, libreros, escritorios, máquinas de escribir o sillas de oficina; todo de muy buena hechura pero de precios más accesibles.
La estética es ligera, los muebles funcionales. Hay cosas más grandes y costosas pero también pequeños detalles: sellos para cartas, fotografías, ilustraciones y postales. Dentro de los tesoros están la primera edición de un libro que escribió Justo Sierra sobre Benito Juárez; un secreter maravilloso de 1920; un libro de puras postales de distintas épocas de la Ciudad de México; un tratado francés sobre los vendajes lleno de litografías del siglo XIX que explican como vendar los cuerpos.
Viriathus está lleno de descubrimientos; antigüedades con más de 100 años y vintage (después de 1920). Todo el tiempo renuevan el inventario: cosas van y cosas vienen, aunque Ernesto explica que “nunca compran a diestra y siniestra” pues lo más importante es mantener una línea clara en la selección. Aunque a veces también buscan objetos específicos a petición del cliente.
La vitrina que da a la calle es la primera sugerencia. Dentro de Viriathus hay un sinfín de paseos posibles: para buscar ilustraciones científicas, fotos antiguas o muebles hermosos… Uno puede visitar Viriathus para un buen paseo de curiosidades. * También tienen una selección de cosas en Casa Palacio de Antara y Polanco o la opción de ver algunas cosas en Instagram o Facebook.
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