En Pingüino tienen un solo criterio cuando se trata de buscar sus piezas: que les hagan sonreír. Estas piezas, dicen sus creadores, contienen color, ternura, símbolos. Y de esto mismo está hecho su tienda, pero también de algo muy práctico y concreto que se puede ver en el tipo de objetos que venden, en los precios y en la relación con los artesanos: comercial –directa y libre de cualquier tipo de la romantización que suele rodear este tipo de proyectos.
Las piezas
Hasta ahora, sus piezas son de la Ciudad de México, Morelos, Guerrero, Oaxaca, Jalisco, Michoacán y Puebla. De esos 8 estados han visitado 74 pueblos y tienen un registro de más de 600 piezas (que aunque muchas ya se vendieron quedan las fotos como testigo). En sus viajes se han encontrado con situaciones que cargan el proyecto de luces y sombras: defensas, autodefensas, bloqueos, retenes, etcétera. Los viajes se vuelven también de apreciación y realidades.
Tienen desde un salero de cerámica de 50 pesos, hasta un molcajete de jadeíta, de un maestro de Morelos que recientemente ganó un premio del FONART que cuesta, por ejemplo, 5 mil – 6 mil pesos.
Sus objetos suelen ser raros porque buscan en ellos el tono irónico, que suele estar muy presente en ellas. Los nombres que les ponen van con esto: soles empastillados, centauro troglodita, carrito con mameluco. Entre sus piezas hay un Pato Pascual, o piezas que podrían ser un souvenir, máscaras que parecen de películas de terror (con nariz de lagartija u ojos estrábicos) o un inciencero ritual que podría ser un experimento de ciencias.
Las piezas contienen religión, comentarios políticos y cosmovisiones de sus artesanos. Nos cuentan que una vez, una señora que hace unos portavelas, de calacas y mujeres, le pidieron que sí podía hacer uno de diablos y hombres. Al mes la señora le habla y le dice que la de los diablos se la iba a hacer florero, pues el sacerdote le dijo que los diablos no pueden tener cerca la luz de una vela. Y así fue como le hicieron.
Pingüino también está hecho de los accidentes, como esto: “Esta vasija de Michoacán es una escena de puros dinosaurios entre ríos y selva. Era la pieza que más le chocaba a la artesana, pero nosotros la amamos: nos contó que tuvo que hacer dinosaurios porque había tenido un accidente en la muñeca y solo le salían las figuras orgánicas inconclusas –que parecían dinosaurios”.
Renata y Santiago tienen muchas anécdotas y cada una de las piezas cuenta una historia. Vayan a visitarlos
Pingüino está en el segundo piso del edificio de Mérida 216, Roma.
IG: @pinguino.mexico