Un día de septiembre de 2004, la calle Cedro en la Santa María la Ribera era un tiradero de cocoa, azúcar, harina, chocolates y máquinas y muebles destruidos, a la intemperie. Habían desalojado la fábrica de chocolates La Cubana que estaba allí desde 1925. Era una pena, una escena triste. Alrededor de 220 trabajadores se quedaron resguardando las máquinas y cosas de valor los días siguientes con la esperanza de volver a trabajar. Dicen que desalojaron porque debían tres o seis meses de renta a Fundación Merced (los fundadores de La Cubana en 1972, que tras vender la empresa a otros dueños, en 1997, les rentaban todo).

la cubana

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Antes de ser chocolatería, La Cubana era una cigarrera de la familia Munguía, que tenía su planta en el Bajío. En 1872 los Munguía llegaron a la Merced (por ello se llama Fundación Merced), pero ya no con una fábrica de cigarros. Pasaron de fabricar cigarros a fabricar, entre otros chocolates de molienda francesa, los puros de chocolate (ay), que por décadas todos los niños traían entre los dedos. El nombre lo conservaron.

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En 1925 se mudaron de nuevo, pero esta vez a la Santa María la Ribera. Un barrio recién fraccionado, el de moda entre los pequeños burgueses. En un terreno grandísimo, en la calle Cervantes, ahora Cedro. Construyeron una fábrica (estilo inglés), molienda, oficinas, imprenta y la residencia de los Munguía. Además construyeron un expendio con una de las fachadas más lindas que quedan en la ciudad, donde solamente despachaban dulces, chocolates y cigarros.

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Después de 2004, del desalojo, un despacho de arquitectos transformó la fábrica en un conjunto de departamentos grandísimo. La residencia de los Munguía ahora es casa de Fundación Merced, y en el expendio ya no venden los chocolates de La Cubana, sino de los chocolates McKim, inventores de las famosas Rucas (las pasitas con chocolate). La tienda es de fábrica, es decir que venden los chocolates a precio de fábrica.

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Chocolates McKim

El expendio lo conservan íntegro. La fachada de la banqueta al techo es hermosa; toda de mármol rosa y mosaico crema y amarillo, rotulado. Dice La Cubana S.A México D.F desde 1872 y en el centro la pintura de una mujer marina.

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Quizás de forma muy distinta, pero McKim también es una chocolatería de tradición. Hace unas décadas (cuando las señoras coleccionaban cajitas de cerillos en platos de cristal cortado) era muy común que en las casas mexicanas ofrecieran Rucas en platos también de cristal cortado, o cerezas al licor –mientras los niños de ese entonces los odiábamos y comíamos todo lo demás–.

En la sección de dulcería de Liverpool los venden a granel y dicen que en Sanborn’s alguna vez lo hicieron también (ellos tienen su propia fábrica de chocolate). En Wal-Mart uno encuentra sus paquetes surtidos de chocolates macizos o rellenos en forma de corazón, rosa, osito, mariposa.

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La diferencia entre comprar los chocolates McKim aquí o en el súpermercado es, por una parte, obvia: en La Cubana uno queda infatuado. Otra son sus precios de fábrica: aquí uno consigue cualquiera de sus productos frescos con el 30% de descuento, ya sea a granel o en paquetes..

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