Justo debajo de la ciudad aguarda nuestra historia. Esta vez, entre los escalones del Templo Mayor, un grupo de arqueólogos encontró la posible tumba de un emperador mexica. Todavía no saben exactamente de quién es el sepulcro, pero por los elementos que lo decoran sospechan que debajo están los restos de Ahuízotl, uno de los últimos huey-tlatoanis y tío de Moctezuma Xocoyotzin.
En 2006 encontraron una enorme loza labrada con la figura de la diosa Tlaltecuhtli. En la garra izquierda tiene un conejo con diez puntos que representan el año 1502, justo cuando murió Ahuízotl. Pero ese no es el único indicio de que se trata de la tumba de un rey azteca. Hasta ahora no se tienen registros arqueológicos sobre las tumbas de los gobernantes de Tenochtitlán, pero las crónicas de Francisco Javier Clavijero son una pista sobre lo que podría haber dentro de la bóveda en las escalinatas de la que alguna vez fue la pirámide principal de Tenochtitlán.
Al soldado lo vestían con el atavío de HuitzilopochtIi, dios de la guerra, al mercader con el de Yacatecuhtli su patrón, al esterero, con el de Nappatecuhtli, dios de los que trabajaban los tules.
Entre las ofrendas que encontraron en la urna funeraria están un jaguar vestido de guerrero y el esqueleto de un niño de 9 años ataviado con el emblema y prendas del dios Huitzilopochtli, señor azteca de la guerra. Ahuízotl tuvo fama de ser un rey guerrero que nunca dudó en ir al frente de sus tropas. Por ello, los arqueólogos piensan que esas ofrendas le pertenecen. Aún no llegan hasta el fondo de la cripta que contiene los restos de su propietario porque tienen que remover una cama de corales y conchas que es parte de la ofrenda funeraria.
De acuerdo a Arqueología Mexicana:
Considerado el jefe militar más destacado entre todos los tlatoque mexicas, Ahuítzotl fue no sólo capaz de llevar a Tenochtitlan a recuperarse de los tropiezos sufridos durante los reinados de Axayácatl y Tízoc, sino que tuvo la habilidad para llevar los dominios de la Triple Alianza a su máxima extensión histórica, llegando a las lejanas costas de Chiapas. Durante su reinado, Tenochtitlan vivió tiempos de esplendor y requirió de crecientes cantidades de tributos.
Si de verdad se trata de la tumba de un emperador azteca, este sería un descubrimiento tan grande como el de la tumba de Tutankamón en Egipto o la del rey Pakal en Chiapas. Pues a pesar de que en 40 años han encontrado al menos 400 ofrendas, ninguna ha sido tan importante y valiosa como ésta.
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