El arquitecto es el hacedor y responsable de los objetos más duraderos de la cultura.
Cuando todo desaparece, queda la arquitectura,
permanecen las ruinas.
T.G.L.
El 16 de septiembre de 2016, la arquitectura mexicana perdió a uno de sus representantes más activos e interesantes,Teodoro González de León. Fallecido a los 90 años de edad, el arquitecto mexicano fue responsable de la construcción de algunos de los edificios más representativos del paisaje de la Ciudad de México. Recintos culturales como El Colegio de México y el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) llevan orgullosas señales del estilo arquitectónico de González de León.
Hace unos meses, González de León fue homenajeado en el Palacio de Bellas Artes en reconocimiento a su prolífica carrera y a sus aportaciones a la arquitectura y escultura nacionales. Durante dicho homenaje, el artista afirmó haber convertido a las diversas disciplinas que desarrolló profesionalmente en “una forma de vida”: “La lectura es una forma de vida, el dibujo, la pintura, la escultura, son una forma de vida; visitar las ciudades, escuchar música y la arquitectura son formas de vida”, dijo.
En ocasiones denominado “brutalista” por su uso de grandes bloques de concreto cincelado, este arquitecto dejó su sello minimalista y abstracto en obras de amplias dimensiones y líneas sencillas. Teodoro González de León se acercaba a cada obra desde la honestidad del material, poniendo énfasis en una abstracción geométrica. Esto puede apreciarse, además de en las edificaciones ya mencionadas, en creaciones como El Colegio de México –donde este mismo año se inauguró otro edificio suyo, la biblioteca Daniel Cosío Villegas–, la casa matriz del Fondo de Cultura Económica y Reforma 222.
Durante su juventud, González de León trabajó en Francia, en el taller de Le Corbusier. A su regreso a México tuvo constantes colaboraciones con el también reconocido arquitecto Abraham Zabludovsky, entre las que destacan el mismo Colegio de México, la remodelación del Auditorio Nacional en 1992 y el Museo Tamayo en 1981.
A lo largo de su carrera, Teodoro González de León fue premiado en diversas Bienales de Arquitectura –como las de Argentina, Bulgaria y Brasil–, sin dejar de lado el reconocimiento que la escena artística en México le guarda. Era miembro de la Academia de Artes de México (1984) y del Colegio Nacional (1989), y en 1982 recibió el Premio Nacional de las Artes.
El legado de Teodoro González de León, con sus ecos de las construcciones prehispánicas, se queda en las calles para que, con cada paso, sus habitantes y visitantes disfruten de los espacios amplios con los que el artista fue construyendo la ciudad.