Hace más o menos una década, en un foro de internet (esos espacios virtuales que ya son rarísimos) sobre la Ciudad de México, se conocieron Rodrigo, Carlos y Juan Carlos, y ahí comenzó La Ciudad de México en el Tiempo, una página de Facebook que contiene un archivo de más de 80 mil postales históricas de todo el país pero sobre todo de esta ciudad que ha cambiado tanto. La Ciudad de México en el Tiempo es un espacio al alcance de todos los que aman el gabinete de rarezas que a los capitalinos nos alude.
En ese entonces, a Rodrigo Hidalgo ya le gustaba caminar sin rumbo y comenzaba a ser la enciclopedia de conocimientos urbanos que ahora es; Carlos Villasana tenía un acervo de imágenes de la ciudad, que comenzó con una pequeña colección que su padre le regaló y que ahora son miles de fotografías; y Juan Carlos Briones, era un apasionado de la historia. Este fue el combo perfecto para, en 2011, iniciar este proyecto generoso y bien hecho, que ya tiene una comunidad de más de 500 mil usuarios en Facebook y otros 400 mil en Twitter.
La Ciudad de México en el Tiempo es mucho más que un banco de imágenes. No es exagerado decir que, antes de su existencia, acceder a imágenes de la ciudad era casi imposible, por lo que implica ir al Archivo General de la Nación, por ejemplo. Que estas fotografías vivan en Facebook y Twitter hace más agradable y (sin duda) rica nuestra vida virtual. El proyecto fomenta el arraigo y la inquietud por armar una memoria colectiva de las calles que habitamos, aunque sea a pedazos: cómo era mi casa, mi colonia. La página funciona como un rompecabezas, donde cada imagen es sólo una pieza que se complementa con las anécdotas y comentarios de la gente. Ellos ponen la foto y una introducción pero la gente va armando una suerte de memoria y mapa colectivo. EL archivo crea vínculos y salen “hasta parentescos”, dice Rodrigo Hidalgo.
Ciudad de México en el Tiempo ha sido un agente importante para reavivar la fiebre por la ciudad (del que sin duda formamos parte) gracias a la constancia de dos devotos a esta ciudad siempre en transformación, un animal adaptable,: Carlos, quien no ha dejado de comprar postales en los tianguis o mercados de la ciudad, y Rodrigo, quien desde chico cultiva una profunda curiosidad por las historias que le contaban.
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