La vida no fue hecha para mí soy una llama que se devora a sí misma.
Nahui Olin
Carmen Mondragón o mejor conocida como Nahui Olin fue deslumbrante, como sus ojos de gato o de serpiente. Una mujer moderna, como se les llamó a las mujeres irremediablemente transgresoras: personajes histriónicos y bellísimos, sensibles y con “inagotable sed de inquietud creadora”, como ella misma lo dijo. Como el de Antonieta Rivas Mercado o Nellie Campobello, el destino de Nahui Olin parecía ser la tragedia o el olvido.
Antes de la mitad de su vida, y hasta su muerte en 1978, Nahui Olin se retiró de la vida pública en su casa de Tacubaya. Un exilio voluntario, un acto de llama (o serpiente) que se devora a sí misma. Tras su muerte, eclipsada siempre por Frida Kahlo –y otras circunstancias–, la obra artística de Olin quedó oculta, casi desconocida. Todo este tiempo acaso sonaron ecos de su figura como musa del Dr. Atl, pero muy poco de sus pinturas, poemas o incluso su obra performática.
Como una suerte de justicia poética, Nahui Olin parece resurgir en el imaginario mexicano. Una frase celebre de Pacheco lo predijo: “La nahuimanía reemplazará a la fridomanía. Habrá postales, camisetas y gorras con las iniciales N.O., líneas de perfumes y productos de belleza”.
Ahora el MUNAL dedica una exposición sólo a la obra artística de Nahui Olin. Nahui Olin. La mirada infinita, es una muestra de sus preocupaciones estéticas, que se vieron reflejadas en cada una de sus prácticas: la poesía, la pintura, el modelaje y hasta de musa. Es un recorrido por su vida desde diferentes ángulos y miradas:su incursión en las artes, su relaciones y el interés que tuvo por la ciencia y que se refleja en su poesía y obra plástica.
También narra el momento en que fue modelo. El error recurrente en la historia de Carmen Mondragón es que suele contarse desde sus relaciones sentimentales, y no desde su legado artístico, pero si hay algo que esta exposición ha intentado develar es la mujer detrás de la leyenda. Tomás Zurián, el restaurador de arte que se encargó –junto con Carlos Monsiváis– a rescatar la leyenda de esta mujer de ojos verdes, afirma que “acercarse a Nahui Olin es comenzar a descubrir un universo inédito, inesperado, extraño, complejo y fascinante”.
Fue el Dr. Atl quien bautizó a Carmen Mondragón como Nahui Olin, que en náhuatl significa movimiento perpetuo. No pudo haber sido más preciso y esta esperada muestra en el MUNAL es el retrato de este espíritu.
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