Horacio Aragón Calvo abre su museo cuando él quiere, cuando uno le pide una visita, que él mismo guía con gusto. Es su propio museo. La idea de hacerlo le surgió estando de visita en un museo del tipo en Fromista, España, y hacerlo una realidad fue “por locura”, dice. En cuanto se desocupó un departamento en la vecindad familiar, comenzó a crear Museo Aragón A.C, un espacio que preserva “los recuerdos de lo cotidiano y lo familiar”. Así reza su lema.
Desde la limpieza hasta la museografía, todo fue hecho por él. Y eso se siente.
La sala familiar
Primero la sala sobre su familia. Al centro muestra la foto de su tatarabuela, que es la misma por el lado materno y el paterno, pues (a la usanza) sus abuelos eran primos segundos. “Mi abuelo (Agustín Aragón y Léon) es un hombre ilustre, sepultado en la rotonda de los hombres ilustres, en el panteón de Dolores; una persona muy querida y muy versada”. Era geógrafo y seguidor del positivismo, doctrina a la que dedicó todo su entusiasmo y así lo muestra en las fotos y portadas de revistas que Horacio acomodó intuitivamente en las paredes.
Allí aparece su tío Agustín, “un mexicanólogo” “difundor de la cultura mexicana”, dice, que rescató las recetas de los chiles en nogada y escribía una conocida columna de gastronomía en Ovaciones: El pan de cada día”. A este tío le dedica un rincón en otra salita; entre electrodomésticos y agitadores enmarcados. Pero así como tienen su lugar las figuras célebres, lo tienen también quienes llevaron vidas más sencillas. Dignas siempre de atesorar. Entierros, reuniones, viajes, caminatas: allí moran, bien lo dice su lema lo más cotidiano y lo más familiar.
El rincón de la tecnología
Vemos en sus ojos que al señor Horacio le maravilla el carácter efímero de las tecnologías. Nos pregunta sobre un aparato: “Usted sabe qué es este? “Un contestador?” respondemos. “Es un aparatito identificador de llamadas Telmex, duró muy poco porque los teléfonos comenzaban ya a intergralos”. Lo conserva en pedestal al lado de otros objetos. En esta sala ha acomodado aparatos en un orden cronológico bastante subjetivo. Este es su museo.
El rincón
El recorrido termina pronto. En un rincón lleno de objetos y más tecnología obsoleta. “Lo que ven es la biblioteca de un loco, ingeniero químico de los años 60”. Es decir: él mismo. Al ladito hay una colección de corbatas. Las señalamos para preguntar por ellas, y dijo: “esas son todas las corbatas que usé”.
Cualquier cosa que haya coincidido con la línea del tiempo de Horacio se encuentra allí. Este museo es a la vez álbum familiar, biopic, vitrina de recuerdos, pedestal de la memoria.
El Museo Aragón está en la vecindad más bonita de la calle Eligio Ancona. Si quieres visitarlo llama directamente a Horacio y haz una cita: 55 5418 1232.