México es el país con mayor cantidad de católicos a nivel mundial y La Villa es uno de los puntos de peregrinación más concurridos junto con la Meca y el Vaticano. Pocos saben que en la Villa también hay un museo –el Museo de la Basílica, y, aunque no suene inmediatamente evidente, es una maravilla. Está repleto de la colección más grande de exvotos (esos pequeños retablos de deus ex machina) y uno se puede quedar leyéndolos, fascinado, por horas.
El Museo de la Basílica de Guadalupe esta a un costado de la Antigua Basílica. Su acervo tiene más de 400 artículos relativos a la Virgen, que abarcan del siglo XVI hasta el XXI, y hay piezas desde lo más tradicional a lo más inesperadas. Obras novohisopanas y memorabilia contemporánea –a veces de máquina de chicles– en todos los formatos posibles en los que se haya plasmado su imagen.
Los exvotos son una genuina y onírica muestra de gratitud por un favor recibido de algún santo o virgen católica. Y a la Virgen de Guadalupe se le conoce por conceder la mayor cantidad de favores y por convertir a más de un hereje.
Al entrar al museo, sobre los muros del pasillo que lleva a la primera sala, hay colocadas cientos de placas con exvotos hechos a mano por los fieles. Cada una cuenta una sola historia con una imagen, a veces acompañada de un pequeño enunciado o descripción del contexto en que se dio la intervención. A veces ni eso. Todas están hechas con los recursos técnicos y materiales a la mano, es decir, pedazos de madera o pinturas de papelería.
En los exvotos, parte esencial de la cultura guadalupana, hay toda clase de historias. Gente que agradece por salir ilesa de un asalto o un choque, por sobrevivir alguna operación riesgosa, o por haber liberado a su padre de prisión. Son, en pocas palabras, pequeños milagros cotidianos condensados en viñetas.
Además, en el Museo de la Basílica hay unas vitrinas que contienen objetos valiosos para quienes los dieron como ofrenda en gratitud. Cruces, medallas, llaves, escapularios, balas y figurines de personajes distintos (como Peter Pan, por ejemplo, o un Simba de plástico). Sin importar la procedencia de las ofrendas, cada una es un pequeño tributo al favor merecido por la persona, cuyo motivo solo conoce quien los obsequió.
Más allá de doctrinas y creencias, la gratitud es un valor universal que trasciende cualquier condición social o económica, y eso es precisamente lo que reflejan los exvotos. Las condiciones materiales y técnicas de su manufactura son la materialización de que la fe en México se ejerce por todas las manos. Y se agradece. Siempre.
La entrada al Museo tiene un costo de diez pesos y abre Martes a domingo de 10:00 a 17:30 horas.
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