Cuando algunas personas pasan frente a este antiguo edificio en República del Salvador, a menudo se persignan. Su fachada barroca es engañosa, perteneció al antiguo oratorio de San Felipe Neri, pero desde 1768 dejó de ser un edificio religioso para convertirse en un teatro, y casi 100 años después en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada. Es un lugar silencioso en medio de una calle llena de tiendas de música.

biblioteca miguel lerdo de tejada

Adentro se extienden largas hileras de estantes chaparritos repletos de libros enmarcados por un enorme mural casi completamente azul que cubre todas las paredes de la biblioteca. Con todo, entrar a la Lerdo de Tejada es una experiencia alucinante. Sin contar los leves sonidos que se cuelan del exterior, sólo se alcanza a escuchar el cambiar de las hojas de los libros y periódicos que consultan los asistentes.

biblioteca miguel lerdo de tejada

Centro Histórico, Ciudad de México

El catálogo de la Lerdo de Tejada es tan grande que tuvieron que adecuar otros dos espacios fuera del edificio –uno en Palacio Nacional y otro en el Recinto a Juarez– para acomodarlo. Originalmente, los libros, periódicos y revistas de la colección de la biblioteca eran sólo de economía, pero conforme fueron recibiendo donaciones, los temas proliferaron. Ahora tienen ejemplares sobre ciencias sociales, humanidades y economía. Los ejemplares de su fondo reservado (formado por piezas que sólo se pueden consultar con un permiso especial) son demasiado antiguos, la mayoría de ellos se imprimieron entre los siglos XVI y XIX y se deshacen entre las manos.

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La hemeroteca resguarda periódicos y revistas desde el siglo XVIII, sus títulos más importantes son El hijo del AhuizoteEl AhuizoteEl Imparcial y, por supuesto, El Diario Oficial de la Federación. Como ocurrió con los libros, los periódicos y revistas que estaba en la biblioteca sólo se especializaban en asuntos relacionados con la economía, aunque los mismos visitantes pidieron a los administradores que incluyeran otros temas porque, al final, muchos de ellos están estrechamente ligados con lo económico. Después de esta expansión en su catálogo, la biblioteca Miguel Lerdo de Tejada se convirtió en la segunda más importante de la ciudad, sólo por debajo de la Biblioteca Nacional.

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Por si su acervo no fuera ya un motivo de visita, también tienen el mural Las revoluciones y los elementos, del pintor ruso-mexicano Vlady. Luis Echeverría le encomendó este mural azul en los espacios en blanco del Palacio Nacional, pero Vlady sintió que trabajar ahí sería como declararle la guerra a Diego Rivera, así que pidió un espacio diferente. Así fue como terminó pintando esta biblioteca. Para pintar el enorme y delirante mural que hoy recibe a los visitantes, Vlady pasó 10 años pintando todos los días. La Lerdo de Tejada es uno de los lugares más pacíficos del Centro.

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