Cada vez que uno camina por las calles del centro de Oaxaca puede ver las paredes tapizadas de arte urbano con una calidad que no se ve en muchos lugares. Fragmentos de esa experiencia estética se encuentran ahorita en pleno centro de la ciudad de México.

Los maestros oaxaqueños de la gubia y el buril, encabezados por Francisco Toledo, le han otorgado una identidad al arte gráfico de Oaxaca gracias a que existen lugares como el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), que acaba de cumplir 30 años.

Maestros oaxaqueños

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Justo así se llama una de las dos exposiciones que inauguró en el Museo Nacional de la Estampa: Maestros Oaxaqueños. La muestra es un homenaje a los responsables de que la gráfica en esa región se haya desarrollado tanto y tan bien en muy poco tiempo.  Del techo del museo cuelgan los papalotes con los rostros de los 43 de Ayotzinapa que diseñó Toledo, la figura de Zapata aparece aquí y allá; hay machetes, calaveras, guitarras y al espacio lo invade la fauna que han imaginado, a lo largo de tres décadas, artistas como Rufino Tamayo o Shinzaburo Takeda.

 

El arte gráfico contemporáneo en Oaxaca

maestros oaxaqueños

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La otra exposición se llama El arte gráfico contemporáneo en Oaxaca y tiene obras de los “hijos del IAGO”: artistas jóvenes que se han apropiado de las técnicas y métodos de sus maestros para hacer obras más cercanas al arte contemporáneo. Hay instalaciones que parecen extracciones de los muros oaxaqueños, piezas hechas con petates, jícaras y esténciles en los que el lenguaje indígena interactúa con el arte callejero y la protesta social.

Puede ser buena idea recorrer estas exposiciones y después ir a comer a Oaxacaqui o pasar a Bósforo por un mezcal. Quizá no sea lo mismo, pero algo de la magia oaxaqueña se habrá impregnado en nuestro andar.

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