Cuando Alighiero Boetti vivió en Afganishtan, solía tirarse en el pasto con su hija y esperar a que un avión surcara el cielo azul. En aquel entonces pasaban pocos, eran los años setenta. Un día, Boetti le enseñó a su hija una serie de dibujos grandes que había hecho, donde vivían todos los aviones juntos que habían visto pasar. El cielo lo pintó con puros trazos pequeñitos de pluma bic azul sobre papel, como una especie de diario del tiempo. Una invocación a la paciencia. Esta pieza hermosa está ahorita mismo en uno cuarto de la galería Travesía Cuatro, que vive en una casona soleada en la calle Salamanca, como parte de la exposición Alighiero e Boetti e Mario e García Torres.
Boetti fue parte del grupo de Arte Povera (en español Arte Pobre), que nació en Italia en los años 60. Para hacer sus piezas, estos artistas utilizaban materiales que no estaban designados para el medio artístico –desechos casi– y los sacaban de contexto. Sin embargo, Boetti se mantuvo al margen del grupo, y en 1967 se salió para seguir con sus propias reglas del juego. Se cambió el nombre a Alighiero e Boetti (Alighiero y Boetti) y se convirtió él mismo en su doble, “su gemelo hipotético”.
Alighiero e Boetti
Durante toda su vida de artista, Boetti buscó nuevas formas para hacer arte. En 1971 se fue a Afghanistan y de este episodio tiene mucho su obra. Este transcurrir de su quehacer artístico se alcanza a ver en la muestra en Travesía Cuatro: algunas de las piezas son como manualidades de niños, otras son series obsesivas de alguien que ya se reconoce en el tiempo… Se trata de una exhibición que vemos como una pequeña ventana hacia su mundo. Es importante resaltar que estas piezas son raras, que probablemente nunca habían estado en México.
Como lo indica su nombre, la exposición se trata de un diálogo entre la obra de Alighiero con la de Mario García Torres, quien desde hace muchos años ha tenido una suerte de comunicación fantasmagórica con Boetti. Y esa conversación es completamente legible en la exposición, es incluso iluminadora del trabajo de ambos.
Boetti e Mario García Torres
Una de las piezas maestras de Alighiero Boetti es la de su estatua en bronce sosteniendo una manguera, de donde salen, una a una, gotas de agua. En el momento en que el agua toca la cabeza de la estatua, una placa caliente la evapora. Se nubla su cabeza. Esta escultura no está en la exposición, pero García Torres la evoca en una pieza que ocupa el piso: una fuente en forma manguera de bronce de la cual caen gotas, una a una, formando un sonido muy bello.
En Kabul, el italiano comenzó a trabajar textil con artesanas afganas. Con esta técnica hizo mapas increíbles, collages y varias series de juegos de palabras poéticas en cuadrículas, que se allí se pueden ver, y que cristalizan su obsesiones: el tiempo, el orden y el desorden, el registro del tiempo. Boetti amaba los juegos, la poesía sufí, las palabras, la acomodación matemática de las cosas. Traer al mundo el mundo y dar tiempo al tiempo fueron dos frases que hizo suyas y lo acompañaron siempre.
Algún día Alighiero predijo su propia muerte para el 11 de junio de 2023. Murió en 1994, años antes de que Mario Garcia Torres comenzara una relación epistolar, desde luego unilateral y fantástica, con el artista. Con esta serie de faxes, que García Torres envió en el 2001, poco después de que las torres gemelas cayeran, pretendía recoger información sobre el mítico Hotel One, que Boetti abrió durante su estancia en Kabul. La serie pronto evolucionó en un documental ficticio llamado ¿Alguna vez has visto la nieve caer?, donde el hotel nunca aparece. En cambio permanece abstracto, lejano, mítico. Como Kabul mismo, como el propio Boetti.
Alighiero Boetti e Mario e García Torres estará abierta al público hasta finales de año. Recomendamos mucho visitarla, y acercarse a Alighiero <3.
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