Los olores, sin expresión, evocan la memoria, pero hay algunos que lo hacen muy a su memoria. En los últimos días de octubre hay un aroma en específico que huele a reencuentro, amor y familia. Obviamente, nos referimos al copal, esa resina cuyo humo recorre las calles de todo el país y nos recuerda que nuestros muertos están próximos a visitarnos.

Aunque no todo mundo sabe cómo se ve el copal, es casi seguro que alguna vez lo hayan olido. Su aroma, dulce y potente, es una combinación entre limón y pino que, según algunas creencias, sirve para limpiar el ambiente y ahuyentar a los malos espíritus. Por eso es muy común encontrar pequeñas bolsitas de copal que son usadas en ceremonias religiosas o como aromatizante ocasional en algunos hogares. 

El copal en la historia de México

En el México prehispánico, las volutas de humo del copal eran consideradas deidades. Les llamaban iztacteteo, que quiere decir “dios blanco” y era usado tanto por gobernantes y sacerdotes como por los ciudadanos para honrar a sus dioses, específicamente a Tlaloc a quien a menudo se referían como “Señor del Copal” o “Señor del Incienso”.

Fray Bernardino de Sahagún, en su Historia general de las cosas de la Nueva España, escribe que a pesar de tener a su alcance materiales como el incienso, los antiguos mexicanos preferían usar el copal.

En la ofrenda del incienso o copal usaban estos mexicanos, y todos los de Nueva España, de una goma blanca que llaman copalli —que también ahora se usa mucho— para incensar a sus dioses. No usaban el incienso, aunque lo hay en esta tierra. De este incienso o copal usaban los sátrapas en el templo y toda la otra gente en sus casas.

Por eso no debe sorprendernos que los misioneros europeos adoptaran el uso de esta resina para sus ceremonias; ni mucho menos que su extracción siga existiendo casi sin modificaciones hasta nuestros días.

¿De dónde viene el copal?

La resina del copal se obtiene de diferentes plantas del género Burseraceae, siendo la más común el copal blanco (Bursera bipinnata) que se extiende desde el suroeste de Chihuahua y oeste de Durango hasta Honduras y El Salvador. En nuestro país dependiendo de la región, la goma puede obtenerse de otras cinco especies de copal, aunque la extracción es básicamente la misma. 

Visitamos el mercado de plantas y flores en Cuenmanco para que nos contaran cómo se obtiene la resina de estos árboles y nos contaron que, sin importar la especie, los copaleros hacen un corte en forma de T en la corteza del árbol para que por ahí expulse la gomorresina que usualmente recolectan en un pequeño vaso colocado bajo la herida.

¿Dónde conseguir copal?

Además de conocer el método de extracción, quisimos ir a este mercado para saber qué tan difícil es conseguir estos árboles y afortunadamente nos dimos cuenta de que no hay que buscar mucho para encontrarlos. Al ser una de las especies preferidas por los aficionados al bonsái, hay muchos locales que lo ofrecen a diferentes precios.

Dependiendo del trabajo que lleven detrás, un ejemplar bien adaptado de copal, puede estar entre los $150 y $1,300 pesos. Eso sí, muchos de los vendedores te aseguran que la planta va saludable y con los cuidados adecuados se puede convertir en un árbol bastante sano e idóneo para obtener resina. 

Nos encanta conocer todas las tradiciones y costumbres que existen alrededor de las plantas que, a veces sin saberlo, coexisten con nosotros.