“Todos los edificios, absolutamente todos, tienen una cara inútil, inservible, que no da ni al frente ni al contrafrente: las medianeras. Superficies enormes que nos dividen y nos recuerdan el paso del tiempo”, Gustavo Taretto, Medianeras.
Hay quienes se han puesto a armar un rompecabezas o a contar los días como prisioneros; otros, registran sus experiencias de la contingencia en diarios.
Mi papá ahora se come un gansito de postre, mientras yo en mi casa hago ejercicio frente al televisor como lo hacía mi mamá con Cindy Crawford en los 90.
Ante la falta de salidas, desarrollamos nuevos hábitos. Nos adaptamos a la alienación que se nos impone. Ya hablamos aquí del uso recreativo de las azoteas, pero ahora descubrimos que algunos se están apropiando de los muros de los edificios para proyectar cosas: una película o un videojuego.
[arve url=”https://www.youtube.com/watch?v=DsPCNMIRzL4&feature=youtu.be” /]
Me gusta pensar que ese videojuego une a un par de vecinos adolescentes desde la distancia, como la rutina de ejercicio en vivo nos conecta a mi hermana y mí desde nuestras casas. Aunque separados, actuar en sincronía con alguien más genera una sensación de acompañamiento.
En la contingencia, los muros (in)servibles de la ciudad están uniendo a las personas. Este jueves 16, por ejemplo, proyectarán Volver al futuro en el Edificio Vizcaya a las 9:00 pm, y los vecinos podrán sintonizar el audio desde sus casas por el 98.1 FM de su radio. Es una propuesta de cine itinerante sobre los muros, creada por Stella Artois y Autocinema Coyote. Un mes atrás, nada de esto hubiera tenido sentido, como tampoco celebrar un cumpleaños por Zoom.
Yo me fijo en estas paredes (in)útiles de los edificios del D.F desde hace algunos años. El hábito lo desarrollé al ver el cortometraje de Gustavo Taretto, Medianeras, en donde hace una oda a Buenos Aires y sus edificios, a la par de narrar un improbable encuentro amoroso en la ciudad (muy recomendable de ver en estos tiempos). Me fascinan desde las ilustraciones en las medianeras de Tlatelolco hasta los anuncios de banquetes de bodas y XV años.
En realidad, no me parecen paredes tan inservibles: con sus grietas, sus ventanas ilegales, su publicidad y sus proyecciones nuevas, nos dicen mucho del presente que vivimos.