El MUNAL se caracteriza por ser uno de los sitios más bellos de la Ciudad de México y también por tomar buenas decisiones. Este año, entre las noticias que hemos recibido, una buena es que viene a sus salones el enorme Caravaggio (1571-1610). La exposición inaugura el 22 de febrero y estará hasta el 1 de julio.

A pesar de que su vida fue breve y agitada, Caravaggio cambió la faz de la pintura. Dramatizó sus composiciones con el uso de luz viva e insistió en humanizar a sus sujetos al pintar todos los detalles y particularidades de una escena, al grado que incluso los santos a veces tienen los pies sucios.

Caravaggio

La incredulidad de Santo Tomás, 1601-2.

Hay algo en el arte de Michelangelo Merisi da Caravaggio que nos empuja hacia atrás cuando las vemos. La fisicalidad carnal y cargada de emoción, enfatizada por la iluminación en claroscuros que delinean figuras que surgen de la oscuridad persisten en la mente –nos guste o no– y mantienen nuestra atención aún hoy, siglos después de su muerte.

Después de habernos mantenido en el misterio un rato, el MUNAL reveló que será La buenaventura (1595) la obra que recibirán este mes. Aunque sea sólo una pieza creemos que vale la pena ir a visitarla, pues además de que ver una obra de Caravaggio es algo que hay que sentir al menos una vez en la vida, esta pintura particularmente exige la atención del espectador.

caravaggio

La buenaventura, 1594.

La buenaventura es un óleo sobre lienzo, del que existe otra versión muy parecidas, una de 1594 que guardan Los Museos Capitolinos de Roma y otra de 1595, que conserva el Louvre. A México llega la primera y es una maravilla. El cuadro muestra una escena cotidiana que demuestra los intentos de los primeros años de Caravaggio de romper con la práctica de sus contemporáneos y apegarse más a la realidad.

La escena narra el encuentro de un joven vanidoso y una gitana, donde hay un desfase entre sus encuentros de miradas y de manos. En el juego de miradas uno cree descifrar la escena, mientras que el juego de manos es el que lo revela todo: la muchacha en realidad no lee su mano sino que le quita, poco a poco, el anillo de uno de sus dedos.

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Lecturas se pueden hacer muchas a partir de esta escena. Y eso es muchas veces lo encantador de tener una pintura de esta talla enfrente: para cavilar, conversar, para leerla. Para disfrutar una tarde de domingo así. No olvidemos que entrar al MUNAL los domingos es totalmente gratis.

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