La exposición Prologue: Digital Cenotaphs retoma la idea del cenotafio tradicional: un “sepulcro vacío”, es decir, un monumento funerario en memoria de alguien cuyo cuerpo no está allí o no puede ser recobrado, pero que merece conmemoración. La sola idea del título, ‘cenotafio digital’, es suficientemente actual, contradictoria, fantasmal, para generar expectativa.
Para producir sus piezas/cenotafios, todas impresiones en 3D, el artista Miguel Ángel Salazar parte de preguntas como: ¿dónde se escribe la memoria digital? ¿Podemos recobrar objetos perdidos mediante la impresión 3D? ¿Qué pasaría si un avión cayera sobre el Museo de Antropología y acabará con todo el acervo? ¿Estamos preparados para no perder la valiosísima obra de arte? ¿Existen los archivos descargables para hacer una impresión correcta?
Las piezas son verdaderamente hermosas, hechas en cobre en alusión al vaciado tradicional para hacer escultura; parecen pesadísimas, verdaderas moles, y en realidad son muy ligeras. Todo su discurso se basa en el famoso caso de las esculturas asirias del Museo de Mosul en Iraq, que fueron demolidas en un ataque de ISIS (con el objetivo de destruir el registro del pasado). Salazar platicó con Javier Estévez, director de la galería Mascota (lo que solía ser un taller mecánico y luego la galería LODOS) para hacer esta exposición. Buscó –y buscó y buscó– el archivo imprimible de una de las esculturas de un rey destruido para materializarlo, mostrarlo, poseerlo y concientizarnos sobre las colecciones en la era digital. Aquí puedes ver el sitio en donde encontró el archivo.
La galería Mascota es un espacio pequeño, ideal para una muestra puntual y específica como lo es Prologue: digital cenotaphs, un cubito blanco con techo de tirol y luz neón que resguarda la escultura fragmentada del rey: mano, cabeza, hombros, sombrero, torso, puño y pies.
Al ver la exposición irremediablemente surgen algunas preguntas: ¿cómo se traduce un archivo digital a una cosa física? ¿Cómo se constituye el resultado, la nitidez, la realidad en un objeto? Miguel Ángel se interesó por todo lo que hay detrás de esta pieza, el esfuerzo de mantener algo vivo; no el recuerdo de ese rey en particular, si no el hecho puro de conservación por medio de la tecnología.
Esta muestra es un ejemplo claro de cómo la tecnología no está aún donde creemos que está. Pone en duda esa idea de que todos podemos bajar, modificar e imprimir modelos en una impresora 3D, y nos dice que sólo un círculo diminuto de la población mundial podría hacerlo. Sólo algunos privilegiados.
Por otro lado, es interesante pensar en la relación de los asirios con México como otro brazo de la muestra que en el piso de arriba proyecta un video de la escultura fragmentada que va flotando durante 24 horas en un mar que representa el Internet: amanece, atardece y la información está ahí navegando, esperando a ser utilizada, reproducida, manoseada, manipulada para bien o para mal o convertirse en la posibilidad de un nuevo museo.
La galería Mascota se ubica en Joaquín García Icazbalceta número 30, colonia San Rafael y se puede hacer cita en [email protected] para conocer esta reproducción del rey.