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Una de las noticias principales durante el terremoto de 1985 en la ciudad de México fue la de los daños irreversibles en el Hotel del Prado, diseñado por los arquitectos posrevolucionarios Carlos Obregón Santacilia y Mario Pani. Su derrumbe fue preocupante porque además, en su interior se hallaba uno de los últimos y más importantes murales de Diego Rivera: más de setenta metros cuadrados que representaban la historia de México quedaron amenazados de sucumbir bajo los escombros. No obstante, la obra fue minuciosamente extirpada por un equipo de especialistas.
El mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda oscila entre lo caricaturesco, lo realista y lo fantástico. Entre su desconcertante colorido se hallan decenas de personajes de la historia mexicana, colocados de forma que la vista nunca logra detenerse en un punto fijo. Observarlo a fondo requiere calma y tiempo, no sólo porque los personajes —que van de Hernán Cortés a José Vasconcelos; de Sor Juana Inés de la Cruz a Juárez o de Maximiliano a Posada— invocan biografías singulares, sino porque su colocación en el mural, además de no ser azarosa, remite a todo un mundo.
La Conquista de México, representada por el obispo Zumárraga, a quien se ha considerado uno de los principales protectores de los indígenas, se muestra al lado de la judía Mariana Carvajal, víctima de la persecución y la intolerancia religiosa de la Inquisición. Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota son presentados con un tono de señoritos aristócratas; por su parte, Porfirio Díaz representa la dictadura en contraste con Francisco I. Madero y José Vasconcelos, quienes claman en contra de las reelecciones, aunque el segundo está asociado con un autoritarismo hitleriano que permite reconocer la disidencia de Rivera ante Vasconcelos. Sor Juana Inés de la Cruz bien podría asociarse a Frida Kahlo en tanto figuras femeninas vinculadas a la naturaleza y su colorido. En suma, el Sueño de una tarde dominical en la Alameda es un pretexto para extraviarse en la serenidad que deja la contemplación artística.
Un fragmento interesante del mural se ubica en el lema “Conferencia en la Academia de Letrán, el año de 1836”, que aparece en un cartel sostenido por el periodista Ignacio Ramírez —mejor conocido como el Nigromante—. La frase que inicialmente había pintado Diego Rivera en esa pancarta era “Dios no existe”, pero los atentados, difamaciones, condenas y ofensas dirigidas contra él por haber puesto esa leyenda, llevaron a que, poco antes de morir (1956), decidiera cambiarla.
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Horario: martes a domingo de 10 a 18 horas
Sitio web: http://www.museomuraldiegorivera.mx
Teléfono: 15551900 ext. 5417
Facebook: Museo Mural Diego Rivera
Twitter: @MuseoMural
Admisión: entrada general 30 pesos. Entrada libre a maestros, estudiantes y personas de la tercera edad con credencial del INAPAM.
Zona 2: La Alameda y sus alrededores
Dirección: Av. Balderas y Colón s/n, Centro
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