La Trampa es –sin pretenderlo en ningún momento– un lugar con el que cualquier iniciado en el mundo del arte soñaría trabajar. Si algo sabe hacer Ernesto Alva, el fundador, es imprimir litografías, xilografías, linóleos, aguafuertes, aguatintas y demás experimentos que salgan de estas combinaciones; y tiene un espacio óptimo para hacerlo: mesas amplias y una gran prensa (la máquina que presiona la tinta en los grabados), herramienta indispensable para estos procesos. Este año, La Trampa Gráfica Contemporánea cumple 10 años alimentando la gráfica del país; su actitud discreta, compartida y sobre todo profesional nos parece un modelo perfecto que otros artistas de la ciudad podrían replicar.
Lo que quiere la Trampa, en pocas palabras, es promover la tradición del grabado y los productos gráfico-editoriales. Es decir, imprimir libros de artista, fanzines o ediciones gráficas hechas bajo técnicas impecables, así se trate de una edición de artista de 1 o 100 piezas, o simplemente de un proyecto personal. Y todo esto lo hacen por medio de talleres o colaboraciones. Recientemente se extendieron un poco y tienen el Anexo, un espacio contiguo donde hay talleres, exposiciones, subastas y venta de objetos producidos por ellos. Si estás interesado o tienes un proyecto de este tipo en mente, recomendamos los próximos talleres de Calcografía y Grabado en PVC, que serán impartidos por lo que en el mundo de la gráfica se conoce como ¨maestros impresores”. Los precios, además, son súper accesibles (por lo general cuestan 2500 pesos, con materiales incluidos) y son semiintensivos (cuatro o cinco horas diarias durante una semana). Aquí puedes consultar los próximos talleres.
El año pasado el Museo Nacional de la Estampa presentó la exposición La Trampa Gráfica Contemporánea. “La idea era lograr una muestra representativa del trabajo que se hace aquí, el ambiente, fotos, catálogos, revistas, publicaciones, una memoria del taller y además hicimos actividades, pusimos detalles ocultos en la expo; tuvimos una visita guiada, la gente llegó al Anexo y el museo disparó los tacos de canasta”, recuerda entre risas Ernesto.
Vale la pena conocer su espacio y saber por qué La Trampa es el lugar perfecto para que la comunidad gráfica de la ciudad conviva e intercambie ideas e inquietudes.
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