Cualquiera de tus abuelos podría hablarte de lo que era Acapulco en los años 50. Playas doradas y restaurantes VIP frecuentados por estrellas de Hollywood. Si estabas en el lugar justo a la hora adecuada, te habrías cruzado con John Wayne o Frank Sinatra. Y si, entre ahorro y ahorro, hubieses llegado allí en los 60, te hubiesen esperado los Kennedy o Brigitte Bardot celebrando sus lunas de miel. Exótico, romántico, paraíso sin igual.

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Bien sabemos que al día de hoy Acapulco ha perdido todo esto. La violencia se ha apoderado de las calles y ahora es inseguro llegar al hotel en el que se alojaban las estrellas: Los Flamingos de Acapulco. Este contraste ha sido analizado por el artista Cristóbal Gracia para su nueva exhibición Aquatania Parte I en la galería Cuarto de Máquinas.

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En 1948, Acapulco fue el set de la décimo segunda película de Tarzán que protagonizaba el actor Johnny Weissmaüller. Nada extraño si no fuera por el detalle que la película estaba ambientada en una isla perdida, en África. El paraíso acapulqueño pasó a ser ante los ojos de Hollywood un paraíso africano con las confusiones culturales que conlleva.

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Cristóbal Gracia presenta Aquatania en la que interpreta la película hollywoodense en el Acapulco actual y con mucho más humor que la original. Con piezas interdisciplinarias como fotogramas de la película coloreados (la película se filmó en blanco y negro y fue muy criticada por el hecho de no mostrar los colores del puerto en su esplendor), un video con la música y voz en off original donde se ven escenas de la gente de Acalpulco hoy) y esculturas que reinterpretan al monstruo principal de la película. Este monstruo llamado Dios Balu y contra el que lucha Tarzán, es en realidad una mezcla de dios hindú, con cara olmeca y vestidos opulentos cubiertos de perlas.

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Los contrastes que la misma historia de Acapulco tiene mezclados con los que en su época dorada Hollywood le sumó, hacen del lugar algo excepcional. Ese exotismo ignorante que se le atribuyó son ahora para Gracia motivo de risa y, a la vez, un punto de ensalce de los valores culturales de la zona. Una mezcla pop, kitsch y tropical como lo es Acapulco mismo. Y al igual que a Acapulco te recomendaríamos ir una vez en la vida, a esta exhibición también.