Cualquiera que haya pasado una larga (o corta) temporada en la Ciudad de México sabe de la importancia de los organilleros en el paisaje sonoro capitalino. ¿Por qué siguen teniendo tanto peso estas cajas musicales de origen europeo extintas en casi cualquier lugar? El organillo es un instrumento del siglo XIX que fue todo un éxito ya que no requería destreza técnica para tocarlo. A grandes rasgos, es una caja musical gigante con unas 8 canciones inscritas en un cilindro que al girar hacen sonar unas flautas. Solo es necesario girar al ritmo correcto y listo. Al llegar de Europa a México se hicieron muy populares en salones. Durante el porfiriato las plazas de la Ciudad de México empezaron a tener más presencia de organilleros que rentaban este instrumento por el día. Formato que sigue siendo el mismo en la actualidad. Un puñado de familias es dueña de los instrumentos y los rentan a personas que van por la ciudad tocándolos a cambio de una propina.
En esta ciudad pareciera que conviven muchos tiempos a la vez. La arquitectura lo revela en edificaciones antiguas como Manzanares 25, en la Merced, la casa más antigua de la ciudad hasta los nuevos edificios de Santa Fe. En el Centro Histórico, por ejemplo, la vida cotidiana no se hinca ante la historia; el pasado no es motivo de asombro ni alabanza, sino que se confunde, se adapta y se somete al presente.Tal vez por eso no desencaja que aún en calles transitadas con automovilistas de ventanas cerradas siga la presencia de los organilleros.
Las fotos de Pablo Diego tienen algo fantasmal, casi se pudiera escuchar el nostálgico sonido que emiten los organillos. Un equilibrio visual que sirve de burbuja para concentrarnos únicamente en el organillero con su uniforme beige inspirado en los trajes de soldados de la Revolución mexicana, la arquitectura de la ciudad y el sonido del instrumento. Quienes vivimos acá sabemos que todo convive al mismo tiempo pero a veces, aunque sea por un momento, podemos hacer el ejercicio de abstraernos y enfocarnos en un detalle. Un sonido o un color como el carmesí de la Ciudad de México.
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