La mañana del 9 de marzo no fue como la de todos los lunes, la marcha del domingo dejó a la ciudad con una especie de resaca de la que no todos se recuperaron de inmediato. La promesa de un paro femenino nacional se cumplió y con ella llegó la ausencia. A pesar de que algunos dijeron “estar preparados” para el paro, la ciudad supo que 60 mil asientos vacíos no son poca cosa, tanto así que algunas escuelas suspendieron labores, las oficinas de gobierno funcionaron a su mínima potencia, el metro tuvo que dar acceso gratuito en algunas de sus estaciones y las calles tenían un aire tan lúgubre que a uno no le quedaba más que suspirar fuerte para al menos escuchar algo de ruido. Era como si la ciudad, en su papel de madre, también hubiera entrado en paro.
Como caminantes de la ciudad, en Local sabemos muy bien cómo lucen las calles en un día cualquiera. Este lunes, como protesta ante la situación de violencia de género en el país, ninguna se movió. Fui testigo de la ausencia que representaría la desaparición de mujeres en Local, donde soy el único hombre.
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