En las noches de la capital, uno ya no puede ver tantas estrellas como quisiera, pero si tiene suerte, entre el reflejo de las luces quizá encuentre una lechuza de campanario (Tyto alba) en busca de una presa. Las lechuzas son uno de los animales más simbólicos pero también más comunes que tenemos en México. 

Parecen animales oriundos de bosques oscuros, como salidos de un cuento, pero en realidad son tan comunes en la ciudad como las ardillas o los cacomixtles. De hecho, es una de las aves terrestres más comunes en todo el mundo pues, a excepción de Alaska, Canadá y el sur de Asia, la lechuza de campanario existe en prácticamente todo el mundo. Vive en las partes altas de los edificios y sobre todo en los campanarios de las iglesias. De ahí su nombre. 

lechuza mirada

De noche salen de sus escondites para buscar terrenos despejados para cazar. Como en la ciudad, por obvias razones, es difícil encontrar campo abierto, las lechuzas buscan parques o terrenos baldíos donde abundan los roedores pequeños, su principal fuente de alimento. Gracias a su buen oído y excelente visión, las lechuzas pueden encontrar a sus diminutas presas aún en pastos altos o cuando la luz es prácticamente nula.

lechuza bruja

A pesar de ser un ave tan común, la lechuza de campanario está en peligro de extinción. Por toda su carga simbólica, muchas personas la consideran de mala suerte. De hecho, hace un par de años hubo una especie de persecución de lechuzas, pues las leyendas locales decían que no eran aves nocturnas sino brujas que se disfrazaban durante la noche para robar niños. Quienes creen en estas supersticiones se dejan llevar por el aspecto de su cara en forma de corazón que, por muy extraño que suene, les recuerda a las mujeres. 

Nosotros más bien creemos que son de buena suerte, pues son psicopompos: aves que dan un golpecito al inconsciente y lo despiertan.

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