En la colonia Del Valle, en medio de largos edificios de oficinas y ruidosas escuelas, se esconde una papelería distinta a las que conocimos durante nuestra infancia. Se trata de Goma, una pequeña tienda que es un homenaje a las papelerías de barrio al mismo tiempo que toma inspiración de grandes almacenes como Lumen u Office Max. En Goma, abierta hace un par de semanas, los materiales para crear (ya sean lápices, plumas, sacapuntas, plumones especiales) pueden adquirirse de uno en uno para que cualquiera pueda experimentar sin miedo a cometer un error.

Para Andrea y Mara Soler, dueñas de Goma, la tienda responde a un sueño: coleccionar utensilios cotidianos. Así, el nombre no es ninguna casualidad, responde a la pequeña goma bicolor (rojo y azul) que utilizamos en nuestros apuntes cuando íbamos a la primaria. Nos recuerda todo lo que hacíamos a partir de ella: borrar los trazos que no nos salían, romper la hoja cuando hemos borrado ya lo suficiente. La goma, como objeto pero también como tienda, nos recuerda que el error es parte de todo proceso y que la única manera de mejorar es, precisamente, seguir borrando.

De hecho, el diseño interior de Goma responde a los colores de aquel objeto bicolor. Rojo y azul adornan la fachada y el piso. Las estanterías están hechas de madera, material para el que la goma en cuestión funciona de hecho bastante bien. Sobre ellas, lo que más llama la atención: libretas —desde Ideal hasta Laika y Apuntes, pero también otras marcas de Estados Unidos o Reino Unido—, lápices, lapiceros, gomas, sacapuntas, pritts y también prints, postales hechas por algunos de los diseñadores mexicanos y extranjeros que más llaman la atención de las Soler.
Los precios oscilan entre los 50 centavos hasta los 6 mil pesos, depende de lo que te quieras llevar. Hay calendarios hechos por ilustradoras de Reino Unido, por ejemplo, que cuestan entre 800 y 1000 pesos. El catálogo de productos va cambiando conforme se acaba, pero considerando que no hay mucho de todo, puede ser que algo que haya gustado la primera vez que visites Goma, ya no esté disponible para la segunda visita.

A pesar de que la tienda se encuentra sobre la curiosa calle Santa Mónica —donde una no espera visitar una papelería—, resalta entre todas las casas y negocios por sus colores y su estética imperfecta. Esto no lo digo como una desventaja, sino que en un mundo que constantemente nos obliga a ser la mejor versión de nosotros, que exista un lugar destinado a recordarnos que equivocarnos no tiene nada de malo, se agradece y hasta se necesita.
Tanto Paula como Mara tienen grandes planes para Goma: quisieran encontrar una gran mesa para poner en medio de la tienda y, más allá de llenarla con nuevos productos, inaugurar un espacio para talleres tanto para adultos como para infancias. Es muy curioso pero mucha gente que trabaja en las oficinas aledañas, lleva a sus hijos e hijas a Goma para que elijan algo con lo que entretenerse. “Sería muy bonito que los papás sientan que pueden dejar aquí a sus peques en lo que terminan de trabajar, y que ellos puedan entretenerse dibujando”.

En realidad, Goma no es una papelería. O no es solamente eso. Goma es un lugar hecho para todos los que alguna vez sentimos terror frente a la hoja en blanco y no supimos cómo empezar. Es un lugar, como los que todavía no existen en la ciudad, que cuida y resguarda el derecho a la creatividad, que no es más que el derecho a cometer todos los errores que podamos.