Decía José Joaquín Blanco que esta ciudad se encuentra en eterna construcción e inmersa en un incesante legado de ruinas que a veces son construidas con toda intención. La Estatua de la Libertad que estuvo en Iztapalapa durante los años ochenta es un claro ejemplo de ello. Su estancia en los llanos de Guelatao le dio a la colonia un aspecto surrealista, como si algún desastre la hubiera enterrado allí casi por completo.
Hollywood y la Ciudad de México
Aún no sabemos muy bien cómo tomárnoslo, pero desde los años 80 la Ciudad de México y su área conurbada fueron algunos de los escenarios favoritos para las películas de Hollywood, muchas de ellas situadas en un contexto post-apocalíptico. La estación de metro Chabacano, por ejemplo, se convirtió en el set para la película El vengador del futuro (1989) con Arnold Schwarzenegger o en 2013 con Elysim filmada en el Bordo de Xochiaca.
La estatua de Iztapalapa llegó como parte del set para la película Remo Williams: The Adventure Begins (1985), una producción que sólo sería lanzada en cintas y nunca proyectada en cines. Por esa razón muchas personas no sabían exactamente por qué había una réplica del monumento neoyorquino en medio de su colonia. Algunos creyeron que se trataba de una nueva entrega de King Kong o un remake de El planeta de los simios, donde la escena en la que Charlton Heston mira al horizonte sería grabada justo allí.
La Estatua de la Libertad en Iztapalapa
¿Pero por qué construir una estatua de la libertad en México? El motivo principal fueron los costos y riesgos de filmar en el monumento original. Por otro lado, con el terreno plano y el viento fuerte de Iztapalapa era más sencillo emular las condiciones a las que se enfrentaría el actor Fred Ward al pararse en el brazo de la estatua neoyorquina.
Al no estar claro el propósito del armatoste, éste perdió su popularidad casi al instante. Los vecinos lo tomaron como punto referencia y otros, que no la habían visto, creían que la estatua era un mito. El hecho de que una estructura así pasara desapercibida era casi imposible. Lo que quizá no sabían es que sólo se trataba de la mitad de la estatua, como si el resto estuviese enterrado en la tierra y por eso su altura no era tan impresionante como la real. Aún así, quienes la habían visto se encargaron de despertar la curiosidad de toda la ciudad.
El rumor de la estatua
Conforme se extendió el rumor, personas de todas partes de la ciudad iban a Iztapalapa para comprobar si el rumor era cierto. Uno de esos curiosos fue Miguel Ángel Pulido Martínez, quien por esos años vivía en Neza y se organizó con sus amigos para ir a buscar la estatua. La encontraron cerca de lo que hoy es el Parque Cuitláhuac y el tianguis de Santa Cruz Meyehualco.
Otra persona que fue a Iztapalapa para encontrarse con la estatua fue el fotoperiodista argentino Renzo Gostoli, quien en 1985 viajó a México para retratar el monumento y meses después, cubriría los estragos ocasionados por el terremoto de ese mismo año. Sobre lo que ocurrió con la estatua, no lo tenemos muy claro. Lo más probable es que haya sido retirada por los mismos productores que la trajeron o, con un poco de suerte, siga en México olvidada en algún depósito de chatarra. Si alguien sabe algo, por favor cuéntennos.
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