Gracias a una beca del gobierno de Guatemala, la entonces estudiante de arte Rina Lazo obtuvo una beca para matricularse en La Esmeralda en la CDMX; fue ahí en donde uno de sus profesores la recomendó para trabajar como asistente de Diego Rivera. A partir de ese momento, Lazo se volvió parte fundamental del movimiento muralista mexicano, dejando su huella por toda la ciudad.
A pesar de que el movimiento muralista en México marcó un hito en la historia del arte, también se caracterizó por el machismo y misoginia que practicaba, pues durante mucho tiempo únicamente se enfocaba la atención al trabajo de artistas como Siqueiros, O´’Gorman o Rivera.
Poco a poco la presencia de las mujeres fue más numerosa y desde hace algunos años se reconoce y valora el trabajo de las muchas artistas que participaron, como Aurora Reyes, Marion y Grace Greenwood, Fanny Rabel, Ana Teresa Ordales Fierro y Rina Lazo.
Rina Lazo fue asistente de Rivera mientras pintaba el mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, en el Hotel del Prado en la ciudad. En un principio Lazo llevó a cabo las tareas de preparación de pigmentos, más tarde, para que después Rivera le confiara pintar las uniones y algunos detalles como letras, los calcetines de los personajes o las hojas de los árboles. Y aunque pueden parecer nimiedades no cualquiera podía hacerlo, convirtiendo a Rina en una de las principales asistentes de Rivera.
Posteriormente también trabajó en El agua, origen de la vida sobre la Tierra en Chapultepec, La Universidad, la familia mexicana, la paz y la juventud deportista en el Estadio Olímpico Universitario y El pueblo en demanda de salud en el Hospital La Raza, entre otros.
A la par de su trabajo con Rivera, logró aprender más sobre la técnica y los motivos del muralismo y perfeccionar la suya. Algunas de sus obras más importantes son Tierra fértil, un mural al fresco realizado en el Club Italiano de Guatemala; los murales de Atencingo, Puebla, que se encuentran en la Sociedad Cooperativa Ejidal y en los cuales trabajó juntamente con su esposo Arturo García Bustos; un mural en la Escuela Rural de Temixco, Morelos; Los cuatro elementos.
En 1963, durante la construcción del Museo Nacional de Antropología se llevó a cabo un concurso de oposición para la realización de la réplica de las pinturas mayas de Bonampak. Rina Lazó lo ganó por lo que tuvo que viajar a la selva lacandona a realizar los 170m2, de calcos del dibujo de estos murales para reproducirlos al fresco sobre los muros del edificio facsímil construido en el jardín anexo a la Sala Maya. Este es una de las grandes aportaciones de Rina Lazo al arte nacional, pues no era posible seguir métodos modernos para la réplica, por lo que siguió la técnica maya original, la cual consistía en ir colocando capas de colores superpuestos para lograr las transparencias de color.
De igual forma, Rina Lazo quería ser lo más fiel a las pinturas de Bonampak por lo que descubrió que para que los colores fueran los mismos era necesario utilizar pigmentos de la región, los cuales fabricó moliendo y lavando piedras de la misma selva. Los colores de la paleta fueron entonces bautizados con nombres mexicanos como “Amarillo Bonampak” y “Tierra de Tenocique”.
En este mismo museo pintó el mural Venerable abuelo maíz, inspirado en el libro sagrado de los mayas Popol Vuh. En este mural se representa la mitología sobre la creación del mundo, el nacimiento de los cuatro primeros hombres mayas a quienes se les entregan sus cuatro mujeres quienes representan los colores de los cuatro puntos cardinales, mientras que la segunda parte del mural está dedicada al cultivo del maíz.
Rina Lazo, a pesar de no haber nacido en México, hizo suyas la historia y los valores del arte moderno mexicano y logró plasmar en sus obras el compromiso político de su época. En el mural La Gloriosa Victoria Diego Rivera denunció la invasión de Guatemala, país de origen de Rita Lazo, por fuerzas militares de Estados Unidos para derrocar al Gobierno de Jacobo Arbenz y defender los intereses de la compañía bananera United Fruit Company. En este mural, Lazo también asistió al muralista y no sólo eso, sino que Rivera la pintó dentro del mural y la invitó a firmar la obra. En una carpeta de Rina Lazo con anotaciones del mural, Diego Rivera le escribió una dedicatoria: “Para Rina Lazo en quien tuve dos cabezas y cuatro manos y por poco me deja sin corazón”.