Respetable público: si tuviéramos que escribir una historia del juguete mexicano, sin duda estaría escrita sobre rebaba. Para algunos esta palabra no significa nada, pero para otros es un recuerdo que vive en figuras de animales, monstruos y superhéroes. Antes de que luchadores como el Santo, Cavernario y Blue Demon se convirtieran en los protagonistas de la composición de Pedro Ocadiz
, estos gladiadores del ring fueron las primeras figuras de acción de muchos de nosotros. Este es un homenaje a esos luchadores de plástico que nos alegraron la infancia.
Estas figuras, omnipresentes durante algunas décadas en las cajas de juguetes de los niños mexicanos, son una referencia ya imborrable de la cultura popular de los mexicanos. Pero no podemos hablar de ellos sin mencionar al creador de los legendarios luchadores de plástico, don Mario González (†). Para saber más de la historia de estos juguetes, visitamos a su hijo Fernando, quien mantiene viva una tradición de más de siete décadas.
Los juguetes de la CDMX por excelencia
Desde su taller en la colonia Industrial
, Fernando continúa fabricando luchadores y otras figuras cuyos moldes realizó su padre. Con más de 300 juguetes, su muestrario es un recorrido por la cultura pop de los últimos 70 años. Están, por ejemplo, Batman, Robin, Bart Simpson, Memín Pinguín, Robocop, los Thundercats y hasta Marilyn Monroe. Todos ellos son pintados a mano y con un estilo que nos remonta de inmediato a nuestra infancia.
Fernando trabaja en este taller desde los trece años. Hace de todo: fabrica, empaca y hasta entrega los juguetes. No hay nada que no sepa hacer y eso se ve reflejado en la maestría de su trabajo que, como él dice, es algo que viene de familia.
Fernando recuerda haber jugado con la mayoría de estos productos. De hecho, presume haber sido el primer niño que jugó con luchadores de juguete. Entre risas, nos cuenta que a veces se llevaba algunas figuras del taller de su papá. Escogía los que más le gustaban y los metía entre su ropa sin que nadie se diera cuenta. Recuerda que uno de sus favoritos era un Tarzán que venía con diferentes animales de la selva.
Somos muchos los que, como él, jugamos con estos luchadores de plástico que nacieron como una escultura de madera. Y es que don Mario, padre de Fernando, inició como fabricante de santos para iglesias. Con la ayuda de su amigo, el escultor Carlos Arreola, Mario comenzó a crear sus legendarios juguetes a partir de una escultura de madera. Como se imaginarán, esto no fue una tarea sencilla, sobre todo porque modelaban a mano. No lo sabía en ese momento, pero estos juguetes terminarían siendo la alegría y la obsesión de millones de mexicanos.
Luchadores de plástico: de la madera al rebabeado
Fernando también nos cuenta que para llegar al molde definitivo de zamac —una aleación de zinc con aluminio, magnesio y cobre— o de aluminio, primero se debe replicar la figura de madera en yeso. Y del yeso surge la pieza metálica que servirá para producir los juguetes. Una vez vertidos en plástico, hay que pulir y rectificar los moldes para que las figuras queden impecables.
Desmoldados los juguetes, pasan por un proceso que se llama rebabeado, donde, con ayuda de una filosa navaja, les quitan el plástico sobrante que sale por las comisuras del molde. Mientras Mario nos explica todo esto, caímos en la cuenta de que referirnos a estas piezas como “luchadores de rebaba” no es del todo justo. Al menos no para las de Mario, pues se asegura personalmente de pulir bien todos los detalles.
Mención especial merece la pintura de las piezas, pues de ella depende que los juguetes conserven su esencia vintage. De hecho, la decoración de las prendas es muy similar a la que usaron los luchadores en su momento. En palabras de Fernando, “el Santo no posó para la figura, pero uno se las ingenia para que sea lo más fiel posible”.
La lucha por coleccionar
De acuerdo con don Mario, él no vendía al mayoreo “porque las figuras son artesanales”. A diferencia de los luchadores de rebaba del tianguis, las figuras del taller de los González son más detalladas. Fernando señala que el plástico de estas figuras no es de la mejor calidad. Si comparamos la textura de una figura original con la de una comprada afuera de la Arena México, notaremos diferencias de rugosidad y textura. La figura del Santo, que es la más imitada, ha sufrido adaptaciones hasta en los colores de la máscara.
Pero eso no parece molestar al maestro juguetero. Él sabe que sus clientes lo estiman por la calidad de su trabajo. Por eso no debe extrañarnos que no lo busquen mayoristas de juguetes, sino coleccionistas. Estos últimos incluso le piden figuras sin pintar para realizar customs fuera de serie. Uno de esos artistas del custom es Enrique Martí, quien incluso cose sus propias minimáscaras.
Nosotros, que también tenemos algo de coleccionistas y locos por los juguetes, no pudimos resistirnos a los luchadores de plástico. Además de un set de los 10 principales luchadores del taller González, nos llevamos un astronauta hecho con piezas de varios juguetes. Ahora podemos presumir que tenemos un cachito de la historia juguetera de la CDMX en casa.
Si quieres agregar algo así a tu colección, te recomendamos mandar un mensaje a Toys Lucha y +
, donde Fernando te atenderá personalmente. Y ahora sí, ¡quítate el candado! ¡pícale los ojos! ¡jálale los pelos! ¡sácalo del ring!