En 2012, Enrique Metinides, el fotógrafo que capturó la tragedia e ingenuidad de la ciudad de forma precisa, publicó un libro con 101 imágenes clave de su carrera trabajando para diarios de nota roja. Una sola de sus fotografías estremecen a cualquiera, y con un acervo de miles de imágenes, es claro que la vida de Jaralambos Enrique Metinides Tsironides, fue una que podemos imaginar como inimaginable.
El fotógrafo nacido en la Ciudad de México en 1934 falleció el 10 de mayo de 2022 a los 88 años, dejando detrás un registro no solo de accidentes y desgracias, sino de cambios sísmicos que han moldeado a México hasta el día de hoy. Su trabajo no es resultado de la coincidencia, va más allá de estar en el momento y lugar adecuado, es evidencia de una sensibilidad extraordinaria.
Sus padres, inmigrantes griegos que tenían un estudio de fotografía a lado del desaparecido Hotel Regis, al cerrar su negocio obsequiaron a Metinides una cámara y un paquete de rollos –el comienzo de su carrera. La afición por retratar violencia vino en parte de su preferencia por las películas de gangsters que proyectaban en los cines de San Juan de Letrán.
“Iba con mi camarita y retrataba la pantalla; también empecé a ir a las delegaciones de policía del primer cuadro de la ciudad y a la Séptima, que quedaba cerca del restaurante de mi papá, para tomar fotos de los carros accidentados que ahí estacionaban”, dice Metinides a ArtNexus. Fue así como a los 10 años conoció a Antonio ‘El Indio’ Velázquez, reportero gráfico de La Prensa, el cual lo invitó a colaborar como aprendiz. Metinides cargaba el reflector del ‘Indio’, porque a éste no le gustaba usar flash. “Salíamos todas las mañanas en un taxi alquilado por $50 pesos hasta las dos de la tarde. El recorrido iniciaba en Lecumberri; de ahí al Hospital Juárez, luego a la Policía y a los Bomberos y, por último, a la Cruz Roja”.
“Yo tenía diez años y veía cómo en el Hospital Juárez, que era el único forense que había, lavaban a los cadáveres, me resbalaba con la sangre y, como no había suficientes mesas de concreto, ponían los cuerpos en el piso, que estaba lleno de vísceras”.
A los 13 años de edad, cubría sin pago todo lo que sucedía en la Cruz Roja; Metinides tenía un permiso especial que se tenía que renovar cada 30 días para poder subirse a las ambulancias y capturar a los heridos.
A pesar de que su familia se oponía rotundamente a verlo rodeado de crímenes, incendios y sangre, decidieron ceder a lo que parecía la vocación inquebrantable de Enrique Metinides. Llegó a tal grado su involucramiento que por la noche enfrente de su casa había una ambulancia para llevarlo a cualquier hora al lugar del accidente o del crimen. “Llegué a ser tan conocido que inventé las claves de radio que hasta hoy se utilizan en la Cruz Roja de todo el país; al cadáver le puse ‘catorce’”, afirmó.
“Si volviera a nacer nunca sería fotógrafo”, dijo alguna vez, pues sufrió de plagio y envidias en el rubro: sus editores le pagaban poco y sus compañeros le velaban, escondían sus fotos o aparecían firmadas con otros nombres. “Ya estoy en derechos de autor y todo está con abogados”.
Las imágenes de Metinides han sido expuestas alrededor del mundo, a veces sin su consentimiento, y es famoso por no asistir a ninguna de estas muestras fuera del país debido a su miedo a volar. “De chiquito unos niños me colgaron de un pie y una mano por cinco minutos desde un sexto piso en el edificio donde vivíamos, y debido a eso jamás he podido volar”.
A Enrique Metinides lo apodaban ‘El Niño’ por ser el más joven fotógrafo trabajando documentando la nota roja en la ciudad. QEPD el niño que lo vio todo.