En un árbol de la colonia Valentín Gómez Farías hay una casa muy especial, pero para encontrarla hay que estar atentos al suelo, a la base de los árboles, porque esta casa es una de las muchas miniaturas que, como por arte de magia, aparecen para romper la rutina de caminar hacia el metro, la tienda o la tortillería.

Dimos con esta casita gracias a un video que @malditoperrito subió a Twitter y tuvimos que ir a visitarla, no solo por nuestra obsesión por las miniaturas, sino porque nos gustan esos hallazgos que rompen con las expectativas de una caminata por la ciudad. ¿Quién iba a decir que los duendes también tienen cabida en esta capital?

Si uno se fija en los registros de Google Maps se dará cuenta que hace menos de un año, la banqueta de la Calle 33, casi a la altura de la Avenida 4, estaba levantada a causa de unos árboles que crecían allí. Don Tito —creador de la casita— y sus vecinos solicitaron derrumbarlos para poder arreglar la banqueta, pero al tratarse de un fresno y una jacaranda, dos especies protegidas por el Gobierno de la Ciudad de México, la respuesta fue obvia.

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La única opción que les ofrecieron fue cortar una parte de las raíces para que pudieran reparar su banqueta. Y así lo hicieron. En esos huecos que surgieron al cortar algunas raíces, don Tito vio la oportunidad de una diminuta casita para su nieto. De hecho, fue el niño quien le pidió a su abuelo que le construyera una casita al pie del árbol para que pudiera jugar.

La casita de la Gómez Faríaz

Ésta es la segunda versión de la casa que Tito construyó para su nieto. Según nos cuenta, alguien destruyó la original cuando trató de abrir la ventana. A la mañana siguiente había pedazos de ventana regados por toda la banqueta.

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Un incidente de este tipo hubiera desanimado a cualquiera, pero no a este arquitecto de miniaturas que, en lugar de rendirse, construyó una versión más reforzada y segura que la casita original. Esta vez le puso chimenea, cortinas, bicicleta, patineta, un avioncito, casa para perro y un perro.

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El hada de la Calle 33

Tito también dice que un hada vive adentro, pero no la pudimos ver. Como la casita al pie del árbol es casi un acontecimiento mágico, merecía una habitante a su nivel, así que entre don Tito y su nieto encontraron al hada Arif en Internet. Un hada que, según sus investigaciones, protege los hogares donde la tratan bien.

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El nombre el hada está grabado en la ventana, pero los peatones de por allí dicen que la casa pertenece al Ratón Pérez o a algún pitufo perdido. Cada uno le atribuye una historia de la imaginación a esta casita, y eso para don Tito son puras buenas noticias.  Le gusta que las personas inventen historias alrededor de su creación y se tomen un tiempo para apreciarla o jugar con ella. De hecho, eso parece motivarlo y ya está planeando ampliar la casa de Arif.

Quizá la próxima vez que caminemos por allí encontraremos una casita más amplia o incluso una vecindad entera donde, ahora sí, encontremos la morada del Ratón Pérez y otros personajes entrañables. Esperamos ir pronto.

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