Es raro decir que un bar en la Condesa es lo que necesitamos para cambiar de aires, pero es que todo el tiempo estamos presenciando el fin de algunos restaurantes, el cierre de cantinas clásicas, y al mismo tiempo, vemos cómo otros lugares florecen frente a nuestros ojos. Así, Bar Polilla se erige como un nuevo lugar para estar entre amigos, conocer gente y hasta tomar una o dos cubas los jueves (sobre todo porque es de los pocos lugares en los que este bendito trago cuesta 99 pesos). 

El nombre del bar no es casualidad ni hecho aislado, a Paola —una de las socias fundadoras— le han dicho “polilla” desde que era chica; sin embargo, aunque al principio no le gustaba, aprendió a abrazarlo con todo lo que implica: el bar es imponente, como ella ha dicho que es su familia. Al interior todo cambia, con una iluminación a media tinta y sillas que emulan la textura de las alas de los insectos. Además, todos los drinks del menú responden a una especie de polilla (por ejemplo, Zygaena, Ononaria, Billenata y más), lo que le da cierto encanto al lugar. No se trata de que todo tenga que ver con un insecto, sino de más bien, adueñarse de algo que otrora se pensaría negativo, malo, incluso sucio. Hacer de aquello que nos dolía, algo mucho más amable.

En Bar Polilla, ubicado en el segundo piso del restaurante Prendes en la colonia Roma, la idea es que grupos de amigos o perfectos desconocidos puedan reunirse no solo para disfrutar de un drink, una salita al fondo del bar es perfecta también para, por ejemplo, clubes de lectura que quieren un espacio dinámico. Sobre todo porque no solo venden tragos con alcohol, sino mocktails a los que no les hace falta nada.  

Una de las curiosidades de Bar Polilla es que rescatan aquel texto de Virginia Woolf sobre estos insectos; por eso, en todos sus menús puede leerse: “Las polillas que vuelan durante el día no deben estrictamente ser denominadas polillas; no suscitan esa placentera sensación de las obscuras noches de otoño y de hiedra en flor que la mariposa nocturna más común, dormida a la sombra de una cortina, nunca deja de despertar en nosotros. Son criaturas híbridas, ni alegres como las mariposas, ni sombrías como las de su propia especie”. Esto no resulta casualidad, pues también guardan libros y otros tesoros literarios alrededor de las polillas, algo que solo quien se atreva a pasar horas y horas dentro del bar puede constatar. 

Durante nuestra visita hablamos con Paola sobre la falta de lugares clásicos, aquellos que fueran opción para cuando quisiéramos salir a despejarnos un poco. Quizá algunos ya tengan ese lugar predilecto; sin embargo, creo firmemente que no falta mucho para que Bar Polilla se posicione como un favorito de nuestra generación.

@barpolilla 

Durango 175, piso 1, Roma Norte

Miércoles a sábado | 5 pm a 2 am