La riqueza en México puede medirse de muchas maneras. En el caso de la plusvalía urbana no solo cuenta la suma patrimonial o cultural, pues la rentabilidad financiera y la exclusividad se han convertido en factores de consideración. Es así que la Av. Presidente Masaryk ha sido nombrada como la calle más cara en Latinoamérica no por la historia de sus edificios y habitantes, sino por todo aquello que vende y proyecta.
La historia de Polanco, la demarcación en donde se ubica la Av. Presidente Masaryk, se remonta a inicios de la década de 1920 cuando se fraccionaron los terrenos que pertenecían a la Hacienda de los Morales, mismos que fueron adquiridos por ricos comerciantes judíos, libaneses y españoles. Cansados del barullo y el ajetreo del Centro Histórico, buscaban un lugar en donde establecerse, hacer comunidad y llamarlo suyo. De esta manera, Polanco se transformó en uno de los sitios más sofisticados de la CDMX, con un legado mercantil de más de 100 años.
En 1936, el presidente Lazaro Cárdenas nombró a uno de los corredores más importantes de Polanco en honor a Tomás Masaryk, primer presidente de Checoslovaquia y una figura democrática muy estimada por haber sido defensor de los derechos humanos, especialmente de la comunidad judía. En el año 2000, el gobierno checo y el capitalino develaron una estatua del presidente Masaryk en la calle que lleva su nombre, idéntica a la que se puede apreciar frente al Castillo de Praga.
Arquitectónicamente hablando, la Av. Presidente Masaryk ha vivido distintas etapas que le han facilitado la imágen ecléctica y refinada que presume hoy en día. En 1950, reinaban las corrientes californiana y neocolonial visibles en magníficas residencias jardinadas, algunas de las cuales son ocupadas por marcas de lujo en la actualidad. Luego, en la década de los sesenta, surgió el boom de la vivienda vertical y opulentos complejos de apartamentos le otorgaron un aire contemporáneo y cosmopolita a la localidad.
La década de los ochenta, con su recesión económica y la tragedia del terremoto del 85, solo afianzaron el estatus de la zona. Exclusivas boutiques emigraron en masa a esta calle, estableciéndola como el epicentro de las compras de lujo en la ciudad. La primera firma internacional en instalarse fue Cartier. Hoy, es una de las esquinas más conocidas de Av. Presidente Masaryk.
En Masaryk, pocos son los lugares que no albergan un ostentoso restaurante o una marca de alta gama, pero los hay. En 1946, Mario Pani diseñó el edificio del Conservatorio Nacional de Música, la institución más importante en cuanto a formación de músicos profesionales se refiere. A menudo es considerado como una obra maestra de la arquitectura contemporánea y, en 2012, fue declarado Monumento Artístico de la Nación por decreto presidencial. Está ubicado en Av. Presidente Masaryk 582, en los terrenos que alguna vez pertenecieron al Club Hípico Alemán, expropiados durante la gestión de Manuel Ávila Camacho.
Un par de cuadras atrás, en el número 526, encontraremos la discreta sede de la Organización de las Naciones Unidas en México que ha estado en el mismo edificio de acabados espejados desde la década de los ochenta. Ofrece un Seminario de Cultura Mexicana, además de una galería abierta al público.
Fue en 2013 que Av. Presidente Masaryk sufrió su más reciente renovación, a cargo del reconocido arquitecto francomexicano Bernardo Gómez Pimienta, ganador del premio Mies Van der Rohe en Latinoamérica. Los vecinos, en coordinación con las autoridades, privilegiaron un proyecto que diera prioridad al peatón e incentivara el uso de bicicleta, con nuevo asfalto, iluminación, semáforos, jardineras y banquetas. Se hizo una recuperación del espacio público haciendo la calle mucho más accesible con el fin de incrementar el flujo de visitantes a pie, pues antes sólo se podía recorrer en auto y los estacionamientos dispuestos no eran suficientes.
En 2019, la firma Cushman & Wakefield situó a la Av. Presidente Masaryk como la más cara de toda Latinoamérica. En promedio, los alquileres comerciales anuales rondaban los $1,011 dólares por metro cuadrado. Es decir, rentar un pequeño local de 50 metros cuadrados costaba mensualmente unos $79,000 pesos de la época. En el ranking fue apenas superada por la Avenida de los Campos Elíseos en París, New Bond Street en Londres y la Vía Montenapoleone en Milán.