Es fascinante como un sólo juguete urbano puede cambiar la dinámica de un barrio, abrir nuevas maneras de interactuar y vivir el espacio público. AROS es el proyecto que ganó el concurso de Juguetes Urbanos, que consistía en diseñar un espacio de juego para niños que pudiera ayudar en la activación de la plaza, y así reducir ciertos problemas de inseguridad, narcomenudeo y prostitución. El pabellón, que nos parece estéticamente hipnótico (y que nos hubiera gustado conocer de niños) estará montado hasta finales de junio en Plaza Loreto, en el primer cuadrante del Centro Histórico, alrededor de una fuente.
Las ciudades están por naturaleza “incompletas”, y ello es lo que permite que sean repensadas y modificadas una infinidad de veces para adaptarse a las poblaciones que la experimentan. Las fuentes, a su vez, siempre han sido lugares de reunión y puntos magnéticos para los niños que quieren quizás mojarse un poco, reflejarse, tocar el agua, correr en círculos. Con ello en mente PALMA, la oficina de arquitectos que creó AROS, construyó este juguete/pabellón de madera alrededor de una fuente que de inmediato cumplió su función.
Esta dinámica de reactivación de espacios públicos –que ya vimos que funciona y esperamos que se multiplique– la organizó el Laboratorio para la Ciudad en un afán de desafiar los juegos clásicos (resbaladillas o columpios) e intervenir este espacio en particular para cambiar su dinámica.