iconos de la ciudad de mexico
9 de agosto 2018
Por: Carolina Peralta

17 íconos de la ciudad dibujados por los ilustradores mexicanos más talentosos

Una selección dibujada por ilustradores mexicanos de los lugares que por su permanencia o significado son símbolos de una ciudad que cambia día con día.

En 2016 publicamos junto con el Fondo Mixto de Promoción Turística 50 íconos de la Ciudad de México, un libro ilustrativo de las construcciones representativas que conforman nuestra memoria, historia e identidad. Lugares concretos que por su permanencia, significado o por los hechos que allí sucedieron se convirtieron en símbolos de una ciudad que cambia día con día. Estas imágenes, que tienen un lugar especial en el boceto mental de quienes aquí vivimos fueron reinterpretadas por ilustradores –igualmente– representativos del movimiento gráfico local. Esta es la selección de 17 de ellos.

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Centro

1. Torre Mayor

©Mr. Kone

La Torre Mayor mide 225.4 m. y es la más grande del país y una de las más enormes de América Latina. Es la hermana mayor de todos los edificios de la ciudad y, al igual que el WTC, tiene la inteligencia en su ADN. Parece un tótem de cristal y hormigón. En su interior hay todo un mundo de ires y venires, de oficinas, de hombres y mujeres moviéndose al compás de múltiples tareas. Los elevadores son las arterias que van y vienen por los 55 pisos, esos pisos que no los mueve ni el soplo del dios de los temblores. ¿Quién iba a pensar que un viejo cine iba a terminar convertido en la señora distinguida de la avenida Reforma?

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2. Hemiciclo a Juárez

©Natalia Gurovich

“Lo que el viento a Juárez” canta el dicho popular, para hablar de lo intocable, de lo que permanece. Y este dicho puede aplicarse al mármol de Carrara con el que se hicieron las esculturas del monumento más importante que honra la memoria del presidente Benito Juárez. Apostado sobre uno de los lados de la Alameda, de cara a una de las avenidas más importantes, el Hemiciclo a Juárez es un sitio de reunión y descanso. Este semicírculo de estatuas resulta parada obligada de todo aquel que se interne en la arboleda o vaya de camino a Bellas Artes. Una vez ahí, el recinto, como una isla en calma, nos permite observar el ajetreo cotidiano del centro de la ciudad e imaginar otro posible rostro en la geografía de la Alameda.

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3. La Casa de los Azulejos

©Alejandro Magallanes

La Casa de los Azulejos era un palacio (alguna vez se la conoció como el Palacio Azul), y basta un sólo vistazo para caer en la cuenta del esplendor y magnificencia de todo el edificio. Ubicado en una esquina emblemática del centro de la ciudad, con sus fachadas completamente revestidas por un sinfín de azulejos, con sus brillos y bordes irregulares, este lugar es ideal para comer o tomarse un café. Además, durante la sobremesa, es posible admirar uno de los murales más importantes que esta casa tiene para presumir. Se trata de Omniciencia, pintado por el jalisciense José Clemente Orozco, uno de los grandes muralistas del país.

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4. Museo Universitario del Chopo

©Alejandro Magallanes

Tiene poco más de 100 años y su estilo es jugendstil. Es decir, un estilo moderno, libre y nuevo que intentaba romper con todo lo antes hecho en Europa. La estructura vino de Alemania y buena parte de ella era prefabricada y desmontable. Participó en la Exposición de Arte e Industria Textil de Dusseldorf, en 1902, y parece un edificio que está dentro de un set de una película de terror, aunque en realidad es un museo que en un principio fue conocido como el Palacio de Cristal, luego el Museo Nacional de Historia Natural: ahí estuvo una réplica en yeso de un dinosaurio, y, desde 1975, es un museo universitario que ha dado cabida a múltiples expresiones, entre ellas el rock.

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5. Palacio Nacional

©Andonella

Cualquier mexicano sabe que Palacio Nacional se encuentra en pleno corazón de la ciudad. Y a nadie deja impávido por sus dimensiones enormes y su imponente arquitectura. Fue la segunda residencia de Hernán Cortés en el país, quien mandó construirla encima de la que fuera la casa de Moctezuma Xocoyotzin. El edificio está por cumplir 500 años y la historia es parte de sus cimientos. También fue el aposento de los virreyes de la Nueva España, y es, desde la consumación de la Independencia, la sede de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

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6. Plaza de la Constitución

©Mr. Kone

¿Sabías que el Zócalo se llama Plaza de la Constitución porque ahí se juró la Constitución española que se promulgó en Cádiz en 1812? Pero la plaza tiene más historia que ésa. Es el claro ejemplo del mestizaje presente en todo México. Ahí se asentó la gran Tenochtitlan y es el lugar donde ocurrieron algunos de los hechos más relevantes del país y la ciudad, como la Decena Trágica, por ejemplo. Para los capitalinos y los visitantes, el Zócalo, su gran explanada, es centro de reunión, de fiesta y congregación multitudinaria de conciertos populares. Hay un dicho que dice: “todos los caminos conducen a Roma”. Sería mejor decir: “todos los caminos conducen al Zócalo”.

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7. Tlatelolco

©Patricio Beteo

Hay varios Tlatelolcos en un sólo cuadrángulo. Está la plaza de las Tres Culturas: el centro comercial prehispánico más importante, que ahora reúne las tres etapas de México —indígena, colonial y contemporánea—; la zona arqueológica; el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, que sirve para mostrar el Memorial del 68, piezas arquelógicas, la Colección Stavenhagen y obra de artistas contemporáneos; el Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco —complejo arquitectónico que sufrió con el terremoto del 85— y sobre todo, el Tlatelolco que persiste en la memoria de los mexicanos, el de los estudiantes.

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Oriente

8. Estación TAPO

©Alejandro Magallanes

Dicen que la cúpula de la Tapo es un poco más grande que la de San Pedro, la basílica del Vaticano. Lo cierto es que el constante ajetreo de la estación que no duerme nunca —tiene a su lado el metro San Lázaro— crea una música de voces, pasos, llegadas y salidas de autobuses que viajan al sur del país y al Golfo de México, que son, para los visitantes, un constante asombro. Túneles, pasillos, pendientes, áreas de descanso, arman una cartografía casi laberíntica. Hay que detenerse a observar la luz natural que entra por la gran cúpula y crea zonas cálidas que acompañan al viajero. El mejor momento: la mañana.

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9. Museo Cabeza de Juárez

©Andonella

Decía un señor muy serio que se llamaba André Breton, cuando estuvo en nuestro país, que México era surrealista por naturaleza. Y lo dijo el creador de ese movimiento artístico, incluso, sin conocer el Museo Cabeza de Juárez, que todavía no se había construido en el tiempo que se mencionaron estas palabras proféticas. Pero, ¿de qué hablamos? ¿De la cabeza de Juárez? Sí, un museo con la forma de la cabeza del benemérito, que está dedicado al arte abstracto, aunque la idea haya venido de artistas de izquierda cercanos al Taller de Gráfica Popular. Se cuenta que Siqueiros iba a pintar los murales, pero la enfermedad se lo impidió. Ahora podemos apreciar en el interior una exposición permanente de iconografía sobre Juárez. Y sólo por el simple hecho de que el museo sea una cabeza, ya vale la pena conocerlo.

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Poniente

10. Ángel de la Independencia

©Alejandro Magallanes

Ese ángel de oro, que en realidad es una diosa (la Victoria Alada), es único como un animal raro en el zoológico de la ciudad. Su presencia es tan importante que el Paseo de la Reforma parece desembocar en él: todo lo ve desde su estatura inmóvil. Es el protector de las calles y las personas. Los domingos, atrae a quinceañeras y a una larga fila de chambelanes y fotógrafos, quienes buscan la mejor imagen entre los vestidos de satín y las escaleras de mármol. El ángel nunca está solo: corona los veinte héroes de la Independencia, que están a sus pies. El ángel es como un faro y el testigo mayúsculo de la ciudad que nunca cierra los ojos.

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11. Conservatorio Nacional de Música

©Natalia Gurovich

La nave principal del Conservatorio Nacional de Música, vista desde el cielo, es como una A, abierta y ensanchada. En estas instalaciones, la música no sólo se lleva por dentro, sino que también se ejecuta. Pero hagamos un poco de historia. En 1866 se funda un conservatorio que de inmediato tiene una larga fila de alumnos. Ése es el origen de lo que ahora conocemos como el sitio de donde son agresados algunos de los más importantes músicos e intérpretes. ¿Recuerdas a Plácido Domingo, a Horacio Franco, a Silvestre Revueltas, a Mercedes Gómez Benet, a Juventino Rosas? Pues imagínate que pertenecieron a esta escuela.

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12. Torre Arcos Bosques

©Alejandro Magallanes

Todos los capitalinos le dicen “El Pantalón” por su forma tan peculiar. La construcción, de 33 pisos de oficinas corporativas y considerado el primer edificio inteligente que hubo en América Latina, debido al sistema que controla todas las instalaciones, es una de las más llamativas del skyline de Santa Fe. A la cabeza del proyecto estuvo el arquitecto Teodoro González de León, creador de algunos de los edificios más icónicos de la ciudad. “El Pantalón” sobresale de sus compañeros santafesinos por la sencillez y eficacia de su estructura.

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13. Bolsa Mexicana de Valores

©Natalia Gurovich

Los cristales negros y azules son lo primero que descubres del edificio de la Bolsa Mexicana de Valores, que construyó Juan José Díaz Infante en Río Rhin y Reforma, uno de los más emblemáticos de la avenida señorial. Curiosamente su primera vocación, fallida por cierto, era ser un hotel. Pero hay destinos marcados y éste fue el caso. Ahora la Bolsa de Valores es una mole de concreto donde la economía y el mercado de valores juegan a ser siempre los protagonistas, acompañados por señores de traje inmaculado y corbata que parecen nunca despeinarse.

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14. Castillo de Chapultepec

©Andonella

Si quieres enterarte de la historia de México desde el periodo virreinal, pasando por la Independencia, la Intervención de Estados Unidos (1846-1848), el Segundo Imperio, hasta la edad moderna, entonces lo que debes hacer es ir al Castillo de Chapultepec, residencia de virreyes, héroes, emperadores y presidentes, donde podrás conocer el pasado para intuir el futuro. Los enormes salones resguardan la historia que nos pertenece. En cada uno harás viajes alucinantes. Trata de imaginar cómo éramos y en qué nos hemos convertido.

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Sur

15. Museo Anahuacalli

©Mr Kone

Este museo se construyó para mostrar la belleza y el esplendor de una de las colecciones más importantes de piezas de arte prehispánico que realizaron los habitantes del valle de México y la cultura teotihuacana. Por eso, cuando el pintor Diego Rivera diseñó el edificio, se inspiró en las construcciones antiguas. La edificación, que llevó muchos años concretar, es similar a una pirámide: tiene tres pisos, es de piedra volcánica oscura y se erige sobre una plaza rectangular. Cada uno de los pisos tiene un juego de luz y sombra distinto, creado a partir de la forma de las ventanas.

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16. Estadio Olímpico Universitario

©Patricio Beteo

El primer partido importante fue el clásico de futbol americano entre la UNAM y el Politécnico en 1952, pocos días después de inaugurado. La casa de los Pumas ha tenido siempre una vocación deportiva y, sobre todo, es un espacio plural, de confluencia de universitarios y aficionados, en una zona que se declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad. Por su disposición y diseño arquitectónico, la gradería cuenta con gran visibilidad desde cualquier punto en el que se encuentren los espectadores. Las glorias futbolísticas del equipo de ensueño de casa, los Pumas —el Cabo Cabinho, Muñante, Leonardo Cuéllar, Hugo Sánchez, el Tuca Ferreti, entre otros—, siguen presentes en la memoria de los aficionados.

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17. Cuicuilco

©Patricio Beteo

A pesar de que está dentro de la mancha urbana de la Ciudad de México, se desconoce bastante de la zona arqueológica conocida como Cuicuilco. Sabemos que fue un centro cívico religioso y habitacional contemporáneo a la cultura Olmeca. Y también nos sorprende el basalto —roca volcánica— con el que está cubierto el espacio, lo que le da una pátina especial a las edificaciones. El sitio tiene un pequeño museo que muestra algunas de las piezas que se han logrado recuperar al paso de los años por los arqueólogos que trabajan en el lugar.

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