SCHINUS MOLLE
pirú, árbol del Perú, mulli

En el imaginario patriota se piensa que es mexicano, pero viene de más al sur. Dicen que se llama así por su lugar de origen, y que Pirul es una derivación de Perú. Su arribo a la Nueva España sucedió hace más de tres siglos, e igual que a muchos otros inmigrantes, el tiempo lo volvió mexicano por naturalización. En ese proceso, este nuevo residente perdió el acento de su lengua original y ahora existen palabras en otomí, náhuatl y zapoteca para nombrarlo.

Vive en los altiplanos, en los suelos pobres de llanos secos o en pedregales repletos de tarántulas y alacranes. Su corteza, atiborrada de nudos, evidencia solidez frente a la rudeza del ambiente. La madera se retuerce y anuda en chipotes que recuerdan rodillas chuecas y huesudas.

pirul

Su tronco puede dividirse, desde muy abajo, en ramas anchas y fuertes, casi como si fueran troncos substitutos. Por eso, es fácil de trepar no sólo por las lagartijas que se tuestan al sol, sino también por niños que al caer se llenan de cicatrices. Eso es parte de las celebraciones de la infancia. En el pirul se cuelgan piñatas en cumpleaños y posadas, y se defiende el honor con cerbatanas y resorteras desde la trinchera de sus ramas. Manos, brazos y piernas regresan a casa, después de una tarde de juegos, embarrados de una sustancia pegajosa que huele a las aventuras en el pirul. Un olor a madera penetrante con mucho de pimienta, un poco de clavo y algo de resina.

Tiene un aspecto algo vetusto. Las ramas y hojas cuelgan del árbol como desmayadas, como si no tuvieran voluntad. Sin embargo, en cuanto el viento sopla, comienzan a moverse mágicamente, barriendo con su vaivén una dimensión invisible. Atestiguan un cotidiano regreso a la vida desde el inframundo y tal vez por esta habilidad de traspasar la muerte, el pirul se usa comúnmente para alejar espíritus o recuperar la salud en todo tipo de baños curativos, limpias y rituales.

Tiene 10, 20 y hasta 50 usos medicinales y cosméticos, como si fuera tónico milagroso que anuncia un merolico de feria. Es bueno para los pulmones, el hígado, el riñón y la vejiga. Cura las reumas y alivia la constipación. Cicatriza heridas y suaviza los dolores de cabeza, garganta, piernas y muelas. Mejora la vista y ayuda a adelgazar, y hasta combate esas enfermedades de las que nadie quiere hablar, esas que se contraen en momentos de fiebres y calenturas que queman el cuerpo y el alma.

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