Uno de los géneros más significativos de las ciudades (que abarcan, desde luego, todos los géneros) es el terror y, dentro de este, el motivo de la casa embrujada. Esta ciudad es demasiado vieja como para no estar repleta de lugares embrujados. O al menos de historias de lugares embrujados. Si México es una ciudad de 11,000 historias, muchas son sobre fantasmas.
Para entonarnos con el día de muertos elegimos tres historias de fantasmas capitalinos.
Metro de la Ciudad
Inaugurado en septiembre de 1969, poseedor de 195 estaciones, 12 líneas y 3 mil 213 vagones, el metro de la Ciudad de México alberga numerosos misterios. En el subsuelo –a poca distancia de donde caminamos– habitan, según testigos capitalinos, seres extraños, fenómenos sobrenaturales y espíritus fantásticos.
1. Velador
La Línea 2, que va de Taxqueña a Cuatro Caminos, tiene supuestamente una estación secreta. Según la leyenda, Toreo no es la última estación. Los que saben dicen que está conectada a una base secreta cerca del cuartel militar que permite que los militares lleguen rápidamente al Zócalo en caso de disturbio. En esa estación hay un velador que tiene la misma cara que hace 50 años y la falta de luz le ha dejado loco. Merodea por la estación del metro Toreo predicando profecías apócrifas. Las cámaras de seguridad lo han visto tirarse a las vías del metro y volver a aparecer en la plataforma segundos después.
2. Rata
Sobra decir que entre las vías del metro abundan los roedores y que algunos son tan feos que podrían ser resultado de mutaciones radioactivas. Pero, según testimonios, existe una rata gigante en la Línea 3, específicamente de la dimensión de un humano adulto promedio. Cuando algún pasajero del metro la ve, la rata le causa tal impresión que queda paralizado y por ello nadie nunca le ha tomado una foto. No es difícil creer en esta historia.
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Antiguo Hospital Juárez en el Centro Histórico
3. La planchada
El fantasma más famoso de la ciudad es el de una bondadosa enfermera que habita en el antiguo nosocomio de las calles Jesús María Izazaga y Fray Servando. El hospital es considerado cuna de la cirugía nacional y fue, por ejemplo, donde atendieron a varios heridos de la guerra Estados Unidos-México en 1847.
“La planchada”, como se le conoce informalmente por todos los que la han visto, usa un uniforme colonial perfectamente almidonado y en impecable estado. Su nombre era Eulalia y se enamoró de un prestigioso doctor que le prometió amor eterno pero finalmente la engañó con otra mujer. El mal de amores fue tal que ella abandonó a todos sus pacientes, quienes murieron en el olvido. En su lecho de muerte, Eulalia se arrepintió y quiso reparar los daños, pero era demasiado tarde: ahora se pasea por los pasillos del Hospital Juárez en las noches y cuida a los enfermos, les brinda paz y consuelo (o eso dicen algunos pacientes, porque lo más seguro es que cualquiera se muera de un susto). Cuentan los testigos que “la planchada” se ríe con tono siniestro, pero que de alguna forma inexplicable ese sonido los cura.
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Casa de la tía Toña
En la profundidad de la tercera sección del bosque de Chapultepec, cerca del Panteón de Dolores, existe un caso de embrujo inmobiliario.
Cuenta la leyenda –porque no hay otra forma de empezar– que en esa lujosa mansión vivió una mujer mayor llamada “la tía Antonia” que alimentaba y albergaba niños de la calle para mitigar su soledad. Los niños terminaron por colmar su paciencia y, en un arrebato de furia, los envenenó. Producto de la culpa, poco después, la tía Toña se encerró en una recamara de la nunca volvió a salir.
No se sabe exactamente qué sucedió pero se dice que en los alrededores de la casa aún se escuchan risas de niños, voces y se puede ver el rostro de una anciana asomada por las ventanas. Para llegar a esa casa es necesario cruzar un puente colgante y pasar por caminos escondidos dentro del bosque. Es importante mencionar que a la tía Toña no le gustan las visitas.
4. Vampiro de barranca del muerto
Un mito diminuto que nos encanta es el del vampiro de Barranca del Muerto que solo se puede ver si se alumbra con un encendedor durante la noche y éste resulta tener hambre- ¿sed?-