La historia ya se ha contado mil veces. Pero es iluminador saber que varios escritores de la llamada generación beat vivieron, caminaron, alucinaron, amaron y murieron en la Ciudad de México. Y que sus fantasmas siempre estarán por aquí.
A los beats les debemos muchas cosas: el estallido de la lectura en voz alta como una suerte de happening donde las palabras parecen indómitas, ininterrumpidas, como el jazz; la liberación de la literatura de las aulas académicas para regresar a la gente; la relación de la poesía con la espiritualidad multiforme; el enfoque en la belleza urbana y visionaria de lo que decae y se oxidada; las visiones alucinatorias; la sexualidad.
Los principales exponentes de este movimiento fueron Allen Ginsberg, Neal Cassady, William S. Burroughs, Jack Kerouac y Gregory Corso, quienes curiosamente encontraron en la Ciudad de México una tierra mágica, extraña y misteriosa donde podían ser más libres que en su América post-Segunda Guerra Mundial.
Aquí tenemos una lista de los lugares más importantes donde vivieron, se pasonearon o escribieron algunos de sus poemas y novelas.
La COLONIA ROMA fue su principal guarida; una colonia que originalmente era aristócrata y de “buenas costumbres”, pero para cuando llegaron los beatniks ya estaba entrando en una etapa de decadencia romántica.
Calle JOSÉ ALVARADO 37 (antes Cerrada de Medellín):
Aquí fue el primer lugar donde vivió William S. Burroughs con su esposa Joan Vollmer y sus hijos después de huir de los Estados Unidos por un cargo de posesión de drogas. Aquí también fue donde llegaron Jack Kerouac y Neil Cassady en 1950 a visitar a Burroughs como parte de su famoso viaje de carretera a México. Neil Cassady, por cierto, es el personaje Dean Moriarity en la novela ‘En el camino’ de Kerouac. Otro dato más: de ésta morada Kerouac saca el nombre para su poema ‘Cerrada de Medellín Blues’.
ORIZABA 210:
Aunque el edificio original ya fue demolido, aquí estuvo lo que se considera la sede de los Beat en la ciudad. Ginsberg, Cassady, Burroughs, Kerouac y Corso se quedaron aquí durante la década de los cincuenta. Fue aquí también, en un cuarto en la azotea del edificio, donde Kerouac escribió partes de su poema “Mexico City Blues”y su novela Tristessa, dedicado a una prostituta de la Roma, adicta a la morfina y devota a la Virgen de Guadalupe y a la Santa Muerte. También fue aquí donde Burroughs escribió parte de su novela Queer.
PLAZA LUIS CABRERA:
Esta pequeña plaza en la Roma fue el punto de reunión de los amigos y escritores Beat. Aquí pasaban el rato platicando, riéndose, fumando tabaco y marihuana, tomando alcohol, metiéndose heroína y en alguna ocasión comiendo peyote.
MONTERREY 122:
Aquí fue donde Burroughs asesinó a su esposa Joan ‘por error’ en un juego tipo William Tell. Según cuentan, la tragedia ocurrió en una borrachera cuando Burroughs colocó una copa en la cabeza de su esposa, Joan Vollmer, le disparó con una pistola y falló su tiro. Muchos años después Burroughs aseveró que si no hubiera sido por este incidente nunca se hubiera convertido en escritor. En la planta baja del mismo edificio estaba el Bounty Bar, ahora la cantina Krika’s, donde se juntaban los expatriados Beat a tomar alcohol hasta el amanecer.
Se dice que era una cantina frecuentada por William Burroughs y que la menciona en su novela Junkie.
LAGO DE CHAPULTEPEC:
Aquí fue donde Kerouac le propuso a Borroughs el nombre de su novela Naked Lunch.
PANTEÓN AMERICANO de Tacuba:
En la parte de atrás del panteón está enterrada la esposa de Borroughs. Su lápida dice: Joan Vollmer Burroughs, Loudonville, New York, 1923, Mexico D.F. Sept. 1951.
LECUMBERRI:
Aquí fue llevado Burroughs por la policía tras el asesinato de su esposa. Pasó 13 días en la cárcel. Fue condenado por homicidio por negligencia y se le otorgó una sentencia suspendida de dos años. En realidad fue liberado por las influencias de su familia adinerada.
Por último, es importante recordar que la generación beat es considerada un importante precursor del movimiento hippie y de la subcultura contemporánea hípster. Por ello se podría afirmar que, de alguna u otra manera, su legado está vivo en todos nosotros.