En el siglo XIX, la actual colonia San Rafael fue una de las pioneras en la gran expansión de la capital, que desde entonces no se ha detenido. Entre las calles más antiguas se encuentra Sadi Carnot, que en pocas cuadras reúne las huellas de una larga historia.
Este barrio nació en 1858 con la primera etapa de la Colonia de los Arquitectos, que fue planeada por Francisco Somera en los terrenos del Ejido de la Horca, y buscaba ofrecer viviendas campestres a los miembros de ese gremio y a los estudiantes de la Academia de San Carlos. Su creación marcó el inicio del crecimiento urbano hacia el poniente, donde, según refiere un folleto de la época, “la belleza del paisaje, la abundancia de aguas potables y otras mil circunstancias propicias están llamando a la población”.
Dentro del trazo original se encontraba la Calle del Sur, que hoy lleva el nombre de Sadi Carnot. El recorrido puede iniciar a unos pasos del cruce con James Sullivan, donde sobreviven dos privadas que revelan distintos modos de vida: la del número 116 es de estilo ecléctico, con dos niveles y detalles de tabique en la fachada, mientras la del 110 es una muestra de arquitectura Art Déco, diseñada por Juan Segura en 1928, que incluye motivos geométricos al frente y en el arco doble de la entrada.
Otro ejemplo interesante de la misma corriente es el Edificio Artes, que aprovecha la forma ochavada de la esquina con Antonio Caso para acentuar su presencia. En la acera opuesta, vale la pena hacer una escala en el café Gran Premio, uno de los clásicos de la San Rafael desde 1962, cuyo ambiente sencillo y tranquilo es ideal para platicar y olvidar el tráfico citadino por un momento.
Caminando hacia el norte, en el número 68 destaca un amplio edificio que alberga el Pentathlón Deportivo Militarizado Universitario, espacio destinado a la formación de los jóvenes en diversas actividades físicas y culturales. Esta construcción data de 1879, lo que la convierte en una de las más viejas del rumbo, y en sus inicios fue el asilo de mendigos Francisco Díaz de León; el interior conserva los patios y bloques de dormitorios con la antigua capilla en el centro, adaptada como salón de actos, donde aún se distinguen el monograma mariano y la inscripción latina “consuelo de los afligidos”.
En los alrededores quedan varias residencias que nos permiten imaginar el esplendor de la San Rafael a inicios del siglo pasado. Entre las más importantes se encuentra la que hoy ocupa la Universidad del Valle de México, en el cruce con Valentín Gómez Farías; este auténtico palacio de estilo neoclásico amerita solicitar una visita guiada por las habitaciones y la biblioteca. También hay que mencionar la de la contraesquina, que resalta por sus líneas curvas y da cabida a un par de cafés, y la del Colegio Willmington, ubicada en el número 33, que ha mantenido su diseño prácticamente sin cambios.
Otro inmueble de gran valor es la casa que perteneció a la familia Azurmendi, luego al Colegio Cristóbal Colón, y ahora es el Instituto Pedagógico Anglo Español, a unos pasos de la avenida San Cosme. En el interior destacan la fastuosa escalera principal y la capilla privada, mientras los amplios jardines, que incluso tuvieron un pequeño lago, dieron paso a las canchas y edificios de aulas. De noche, el ajetreo diario se termina y estas cuadras cobran una nueva personalidad, ofreciendo un paseo completamente distinto.
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