Hay algo en el arte contemporáneo que nos empuja constantemente a cuestionar sus estructuras: qué se expone, quién lo decide, quién lo compra, quién lo premia. En un ecosistema donde la legitimidad suele depender de instituciones, curadores y mercados, los Premios Gorrita Azul se presentan como un gesto de disrupción, una especie de guiño irreverente que juega con las reglas establecidas para proponer otras nuevas.

Lo que comenzó como una conversación en Instagram, impulsada por el artista Mario García Torres, se transformó en una premiación que, aunque ha evolucionado, mantiene su espíritu inicial: el arte importa, pero también es subjetivo; el reconocimiento es valioso, pero también es flexible; el humor es un canal legítimo de crítica y reflexión. En su segunda edición, los Gorrita Azul reúnen a un jurado que equilibra la experiencia institucional con la mirada fresca de colectivos emergentes, apostando por una selección de nominados que reflejan los discursos más relevantes del momento.

Conversamos con Mario García Torres sobre la naturaleza de estos premios, el papel del humor en la escena del arte y cómo un gesto tan lúdico como un emoticón de gorra azul terminó convirtiéndose en un archivo vivo de la discusión artística en México.

¿Qué representan los premios Gorrita Azul en el contexto de tu obra y cómo dialogan con el arte contemporáneo?

Siempre me ha interesado, a travez de mi obra, cuestionar las estructuras que hacen el arte posible. De alguna manera, la organización de unos premios de arte, abona en esa discusión.

¿Por qué se llaman Gorrita Azul?

En los principios de este premio, en aquellas conversaciones en IG en donde había yo propuesto conversar para saber cual era la exposición mas relevante del año, y después de que nos diéramos cuanta que aquella pregunta, había creado unos premios (demasiado informales en aquel momento) nos preguntamos como se podrían llamar. Y como yo usaba el emoticon de una gorríta azul en aquella cuenta, alguien lo propuso. Y as se quedo.

Cuando sacamos los premios de ese contexto digital, pensamos que era importante mantener el nombre. De alguna menera estábamos formalizándolos, pero el nombre les daba un aura también de algo divertido, de algo que no se tomaba tan enserio la cosa.

En un mundo donde los premios suelen ser institucionales y formales, ¿cómo replantean los Gorrita Azul nuestra relación con el reconocimiento artístico?

Justo, creo que el arte es algo importante, pero también es algo subjetivo. Creo que los premios navegan en esa mismo espacio de indefinición. Pueden ser algo importante en la vida de las personas si ellas así lo desean…

¿Qué tan importante es el humor en este proyecto? ¿Es un gesto de resistencia o un medio para abrir nuevas interpretaciones?

El humor nos permite tener distancia, nos permite tener flexibilidad. En el humor, los anunciados son borrosos. En ese sentido, es importante relativizar mas cosas en un proyecto como este. Si, esta es la exposicion favorita de este año; pero es solo verdad mientras el grupo que lo escogió siga siendo el mismo. Lo que un dia es favorito, el día siguiente puede cambiar. En ese sentido, el humor, lo no serio, podría ser, si, un gesto de resistencia, de herramienta para la discusión.

¿Qué papel juega la colaboración en un proyecto como este? ¿Quiénes han sido esenciales en su desarrollo?

En un principio, y ahora, el entusiasmo colectivo fue y es un aparte importante del proyecto, y en esencia, lo que a mi personalmente me ha provocado seguir trabajando para que suceda. Pero en la formalización del premio, el rol del jurado en ambas ediciones ha sido extremadamente importante. Me he apoyado fuertemente en sus discusiones sobre la forma que va tomando el concurso y su función dentro de nuestra escena.

Puedes contarnos sobre los jueces de esta edición y tu decisión acerca de elegirlos.

El jurado esta conformado por profesionistas con una gran experiencia, curadores, directores de museos y de colecciones privadas, pero también de curadores jovenes, diseñadores y artistas. Uno de ellos es un colectivo muy joven, Bexpo, que el año pasado fue premiado. Asi que he tratado de balancear el jurado, por un lado darle legitimidad, y por otro tener la vision de gente que sabe de las propuestas mas nuevas; espacios independientes y artistas muy jovenes. También ha sido importante que tres de los jurados este año, lo fueron también el año pasado. Esto con la idea de que hay conversaciones transanuales dentro de la selección de nominados.

¿Qué opinas de la relación entre el fracaso y el éxito en el arte, y cómo los premios Gorrita Azul navegan esa ambigüedad?

El fracaso ha sido en mi obra un espacio muy importante, de revaoloracion de las ideas en el mundo, y también un espacio de resistencia. No es necesario decir que se crece más en el fracaso que en el éxito. Creo que los premios están de alguna manera cuestionando estos conceptos; qué es ser exitoso; la atención publica significa éxito; que es mas significativo, una nominación, o la aprobación publica colectiva través de los votos? Creo que hay mucho que discutir cuando se cuestionan los parámetros mas fundamentales de nuestro conocimiento.

 En tus piezas, la temporalidad y el pasado suelen estar en juego. ¿Cómo dialogan los Gorrita Azul con el tiempo: son un momento efímero, un archivo en construcción o algo más?

Quiero pensar que el tiempo es algo relativo. Suelo estar en el presente. No me interesa estar ni en la nostalgia ni futureando. Me intersesa el pasado, de otros artistas, pero solo mientras pueda explicar algo de mi presente. Lo decía antes, lo que es relevante hoy, muy probablemente no sera mañana. Los premios son del momento.

Me gusta, y me complica una categoría; la del artista promesa. Me gusta que esa categoría esta, aparentemente, apostándole al futuro, pero en realidad nadie sabe si aquella o aquel artista lograra trascender su momento. Al mismo tiempo nos habla de nuestro presente, de la necesidad que tenemos de saber que vendrá; la cansada ansiedad por vivir en otro momento; una imposibilidad.